Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1477

...

Dos días después, Beatriz regresó.

Ana acudió al aeropuerto entusiasta para recogerla y de allí se dirigieron directo a un restaurante de zarzuela de mariscos.

Tras la comida, Ana acompañó a Beatriz hasta su casa.

Durante el trayecto, Beatriz, sentada en el asiento del copiloto, de repente cayó en un profundo silencio.

Mientras estaban en el restaurante de zarzuela de mariscos, Beatriz no había parado de hablar como lora, como era habitual en ella. Parecía que la ruptura con Mauricio no le había afectado en lo más mínimo.

Pero ahora, en el silencio absoluto del auto, Beatriz también se calló.

Ana sentía compasión por Beatriz, no preguntó nada, simplemente se quedó a su lado acompañándola en silencio.

La carretera estaba algo congestionada, lo que les obligaba a avanzar poco a poco.

Beatriz contemplaba el paisaje nocturno y, lentamente, sus ojos se enrojecieron hasta que, sin poder contenerse, comenzó a llorar.

Se llevó la mano al rostro avergonzada para secarse las lágrimas.

Consciente de que Ana había visto sus lágrimas, decidió mejor no ocultarlas más.

—No puedo creer que haya roto con él otra vez. Pero no importa, esta noche necesito que te quedes conmigo.

Ana señaló con entusiasmo hacia la parte trasera del auto: —En el maletero tengo alcohol y tus snacks favoritos. Esta noche no te dejaré sola.

—Como siempre, ¡eres la única que realmente me entiende! —Exclamó agradecida Beatriz, cambiando sus lágrimas por sonrisas. Había sentido que su corazón se rompía en mil pedazos durante el vuelo de regreso, desolada al descender del avión y aturdida durante la comida. Ahora, al caer la noche, sus emociones se desbordaban con intensidad.

Por fortuna, Ana estaba a su lado.

...

Alejandro acababa de llegar a casa cuando recibió al instante un mensaje de Ana.

Le informaba que pasaría la noche con Beatriz y no regresaría a casa.

Tras leer el mensaje, se quedó pensativo.

Parece que esta noche tendrá que dormir solo.

Mirando la casa vacía ante él, de repente sintió un profundo vacío en su corazón.

—¿Será que en su corazón ocupo un lugar demasiado insignificante?

Por la noche, pocas personas salían de la escuela.

Pero muchas se apresuraban a volver al campus.

Lucas, montado en su bicicleta y con casco y gafas, era difícil de reconocer incluso para quienes lo conocían bien.

Miró ansioso la hora, llevaba más de veinte minutos esperando como estúpido allí y todavía no había señales de Haila.

Había dedicado los últimos días a calmar a Verónica y, con un esfuerzo muy grande, había reunido 150,000 dólares.

Aprovechando que tenía algo de tiempo libre, se había apresurado a llegar.

Haila realmente no comprendía la situación, durante estos días él había estado sumamente ocupado, y ella despreocupada no había llamado ni una sola vez. Si no fuera porque él había recordado hoy que llevaban días sin hablar, tal vez ella no habría tomado la iniciativa de contactarlo.

Media hora antes, le había llamado, pidiéndole que se encontraran.

Y ahora, tras media hora de espera, ella seguía aún sin aparecer.

Su paciencia estaba al límite.

Justo cuando estaba a punto de marcharse, finalmente vio a Haila salir a paso lento.