Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 150

En realidad, Nuria tiene un aire más distinguido.

Carmen es consciente de que ni su familia ni su educación pueden compararse con las de Nuria, lo que le genera cierto complejo de inferioridad.

Además, el estado desastroso en que se encuentra después de haber sido golpeada por Javier apenas le permite mirar a Nuria.

¡Qué vergüenza!

Nuria, además, es la persona que le gusta a Alejandro.

En verdad, Carmen siente tanto envidia como celos hacia ella.

Nuria apenas le lanzó una mirada a Carmen antes de dirigirse a Ana.

Nadie podría discernir las malas intenciones ocultas tras su sonrisa.

Ella mandó investigar a Ana. Ana creció en el campo, es la verdadera hija de la familia González, aunque no querida por ellos, y ahora trabaja en el equipo de Don Fernando, no como secretaria de Alejandro.

Si no es la secretaria de Alejandro, entonces debe ser el tipo de relación que ella imaginaba.

El equipo de Don Fernando es extremadamente exigente, y muchos verdaderamente capaces no logran entrar. Ana, que apenas se graduó de la universidad hace menos de dos años y no en un campo relacionado, consiguió un puesto en el equipo de Don Fernando. Si se dijera que no hay ningún trato secreto con Alejandro, ella no lo creería.

—Señorita Ana, nos encontramos de nuevo—, inició Nuria.

Ana sonrió y asintió: —Hola, Señorita Nuria.

¿Qué clase de suerte es esta?

¿Encontrarse con la persona que interesa a Alejandro?

¿Este centro comercial no debería ser tan lujoso, verdad?

—Casualidad que nos encontremos, Señorita Ana, si tienes tiempo, podríamos tomar un café juntas—, sugirió Nuria.

Ana sonrió: —Quizá otro día, hoy vine de compras con mi hermano menor y en media hora tengo que ir a trabajar.

—La última vez no tuvimos la oportunidad de añadirnos en WhatsApp, hagámoslo ahora y así podemos quedar cuando tengas tiempo—, Nuria ya tenía su móvil en la mano.

—Entonces aléjate de la familia González. Solo regresa a casa, y entonces reconoceré que eres mi hermana. ¿Cómo puedes desechar nuestra familia y al mismo tiempo despreciarnos, tratando a todos como tus marionetas que deben obedecerte?— Javier, incapaz de contenerse, la insultó: —¡Imbécil!

Carmen, enfurecida, se sonrojó de rabia y comenzó a pisotear el suelo: —¿Quieres apostar que llamo a mamá ahora mismo para quejarme de ti?

—Adelante, llama y quejate, estaré esperando noticias tuyas,— Javier desafió sin ningún temor.

Todos en su familia eran inteligentes, no como la gente de la familia González.

Desde pequeño, lo que menos temía era que le contaran sus acciones.

—Esos de la familia González pueden ser engañados por ti porque crecieron en un mismo hogar contigo. Fuera de la familia González, ¿a quién crees que podrías engañar? Mi hermano siempre ha sido de temperamento suave, un niño tierno desde pequeño, que alguien como tú lo haga llegar al punto de agredir, deberías realmente reflexionar sobre lo despreciable de tus acciones,— dijo Ana irónicamente.

Javier asintió en acuerdo: —Solo pierdo la compostura frente a gente sin vergüenza.

Carmen raramente perdía en una discusión. Usualmente, cuando había gente alrededor, fingía debilidad y siempre encontraba quien la defendiera.

Hoy, sin embargo, el amigo con quien había quedado de encontrarse aún no había llegado.