Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1536

Julio se quedó callado, con semblante preocupado.

Por alguna razón, empezó a sentir un mal presentimiento.

Volvió a mirar su celular insistentemente.

Pero no había ninguna llamada perdida.

Había guardado muy bien los contactos de Francisco y los demás, esperando con ansias que lo contactaran en cualquier momento. Desde que realizaron la conferencia de prensa y causaron tanto revuelo, no había tenido noticias de ellos.

No solo no respondieron en las plataformas públicas, sino que tampoco le llamaron.

Lo mínimo que esperaba de ellos era una disculpa.

Si admitían su error, la situación no tendría por qué volverse tan complicada.

—¿En qué estás pensando? —Preguntó Alba al ver a Julio mirando fijamente al vacío.

De manera instintiva, pensó que Julio tal vez no quisiera separarse de esos tres hijos.

Ella nunca había estado conforme por completo con el pasado de Julio, y al ver que los tres hijos de Elena ahora estaban bien, se sentía aún más incómoda, abrigando el fuerte deseo de ver a esas personas caer en desgracia.

Estaba tan bien en el campo, ¡¿para qué vino a ciudad A?!

Debería regresar al campo a vivir esos días difíciles, si no, no podía superar la rabia que guardaba en su corazón.

—Sinceramente no sabemos suficiente sobre ellos. Han estado viviendo bien estos últimos años. Ahora no nos contactan para nada ni aceptan entrevistas con periodistas. ¿Podría ser que... hayan encontrado una manera de enfrentar la situación? —Julio expresó de inmediato su preocupación.

—¿No has estado sobreestimándolos? Yo he vivido en ciudad A toda mi vida, conozco gente muy capaz aquí. Ellos vinieron del campo a la universidad y han estado en ciudad A solo por unos cuantos años, sin ningún respaldo importante. Aunque sean muy inteligentes, es improbable que puedan cambiar su situación. En realidad, no necesitas preocuparte tanto por eso. —Alba odiaba profundamente a Elena y sus hijos.

Ella se consideraba justificadamente superior.

Julio encontró algo de verdad en sus palabras: —Tienes razón, entonces esperemos con paciencia a que ellos vengan a nosotros.

—Esperemos. No aguantarán mucho, entre ser atacados en línea y sentirse avergonzados, pocos pueden soportar ese tipo de consecuencias. Ay, pobre de nuestra amada hija Norma, todavía tenemos que desperdiciar tiempo aquí esperándolos. —Alba en ese momento sentía una gran compasión por su hija.