Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1583

Ana también salió apresurada del trabajo a su hora habitual.

Al salir del estacionamiento, se encontró con el primer semáforo.

Justo estaba en rojo, por lo que se detuvo por completo.

Mientras esperaba que el semáforo cambiara a verde, de repente alguien se paró justo frente a su auto.

Ella se sorprendió. Aunque el semáforo seguía aún en rojo, tocó la bocina para indicarle a la persona que se apartara.

Sin embargo, esta persona parecía no escuchar nada y permanecía allí inmóvil en el mismo lugar.

Ella se enfureció.

Esperó un momento.

Los autos detrás comenzaron a tocar sus bocinas de manera insistente.

Entonces, la persona que bloqueaba su auto de repente caminó hacia la puerta del vehículo, golpeó con fuerza la ventana y le hizo señas para que bajara.

Ella observó con atención a la persona fuera del auto, sintiéndola familiar, como si antes la hubiera visto en algún lugar.

La mujer golpeó de nuevo la ventana.

Ana ligeramente levantó una ceja.

De repente recordó quién era la mujer, y no era de extrañar para nada que le resultara familiar.

Giró el volante y estacionó su auto a un lado, permitiendo que los vehículos detrás pudieran pasar.

Luego abrió la puerta del auto y bajó.

Al salir, echó un vistazo rápido a su reloj.

Luego fijó su atención en la persona que obstruía en ese momento el camino.

Sí, era Norma, la hija de Julio y Alba, quien hace más de dos años intentó desesperada por todos los medios que Francisco y los demás le donaran un riñón.

Ana, al escucharla, se quedó sin palabras: —¿Cuántos años tienes? Tal vez, veintidós o quizás veintitrés ¿A esa edad aún no has aprendido cómo comportarte? ¿No es así?

—No! Vine a decirte que no hables más con mis hermanos. Ellos son mis hermanos, no tienen nada que ver contigo. ¡Ustedes ni siquiera tienen relación de sangre, así que deja de verlos! Además, supongo que conociste a Alejandro a través de mis hermanos, ¿verdad? Has conseguido más de lo que yo, su verdadera hermana, he recibido. Debes compensarme por todos estos años de sufrimiento. Eres tan rica, dame diez millones de dólares. Eso en parte compensará lo que hiciste, pero después de eso no debes volver a ver a mis tres hermanos.

Cada palabra de Norma sonaba justificada en su mente, sin darse cuenta de lo increíble y estúpido a la vez que sonaban sus demandas.

Simplemente sentía que era lo correcto.

En su mente, Ana era la beneficiada y le debía algo.

—Si no fuera por tu presencia, mis hermanos definitivamente me habrían donado un riñón en aquel entonces. El riñón que tengo en este momento no es saludable, mi salud no es buena, a menudo me siento cansada y eso ha afectado mi trabajo. Todo esto es tu culpa. —Norma continuó acusándola al ver que Ana no se inmutaba.

De repente, el celular de Ana vibró con una nueva notificación de WhatsApp.

Echó un vistazo; era un mensaje de Manuel.

[Norma vino a buscarme. Ella y Julio, junto con Alba, son unos completos desvergonzados, pero Norma es aún más desvergonzada.]