Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1624

—Menos mal que tu voluntad fue suficientemente fuerte como para no dejarte influenciar con facilidad. —Lo elogió Ana.

Eduardo merecía ser alabado.

Si no fuera por su fuerte voluntad, esos recuerdos repentinos definitivamente harían que una persona perdiera con facilidad su juicio, creyendo que en realidad había renacido.

Y el objeto maligno, mientras estuviera cerca, seguiría teniendo efecto.

Las personas con voluntad más débil serían con facilidad influenciadas, hasta el punto de creer verdaderamente que habían renacido.

—Lo has hecho bien, tu bonificación trimestral se duplicará. —Alejandro no solo elogió, sino que también le ofreció una recompensa sustancial.

Eduardo estaba tan feliz que no podía cerrar la boca: —¿En serio? ¡o sea que no sufrí estos días en vano!

Estos días no había podido calmarse y le había sido muy difícil controlar su espíritu.

Pero resistió con gran entereza.

Y ahora podría recibir una gran suma de dinero como recompensa.

¡Estaba tan feliz!

¡Y tan emocionado!

—¿De dónde vino este rosario? —Preguntó Ana.

Eduardo de inmediato se puso serio: —El rosario lo compró mi madre cuando fue a la iglesia a rezar y lo adquirió en la fila, dijeron que todos los rosarios habían sido bendecidos por el sacerdote, eran muy populares, todos hicieron una larga fila para comprar. Ella no había tenido contacto con objetos malignos, así que no tenía idea de ellos.

—Tal vez hubo alguien que aprovechó la oportunidad para manipular algunos de los rosarios. —Dedujo Ana.

Al mismo tiempo, un escalofrío le recorrió.

Para atacarla a ella, había decidido apuntar a las personas a su alrededor, fijándose en Eduardo.

Alejandro la rodeó con el brazo y dijo suavemente: —Estoy aquí.

—Creo que alguien está de forma deliberada apuntándole hacia la señora Ana, voy a buscar a alguien para seguir estas pistas y definitivamente encontraremos a quien tuvo el coraje de hacer esto. —Dijo decidido Eduardo.

No por nada Eduardo era tan meticuloso, su reacción era rápida.

Todos habían bebido un poco.

Era el cumpleaños de Salvador, y todos habían sacado tiempo para celebrarlo juntos esa noche.

La fiesta había continuado hasta ese momento antes de disolverse.

Salvador, que había bebido más de la cuenta ese día, dijo mientras su automóvil llegaba.

—¡Yo me voy primero, gracias a ustedes por tomarse el tiempo para acompañarme en mi cumpleaños hoy! ¡Me voy, nos vemos otro día! —El auto de Salvador llegó primero.

Se dio la vuelta y les hizo una señal de despedida a Alejandro y a los demás.

Luego se metió en el auto.

Más tarde, Alejandro y Bryan subían a sus respectivos vehículos para regresar a casa.

Una vez en el auto, Alejandro se tocó la frente, sintiendo el leve dolor de cabeza típico de quien ha bebido demasiado.

Al verlo, el conductor le ofreció con rapidez: —Tengo pastillas para el dolor y para desintoxicar el alcohol, ¿quiere tomar una, presidente Alejandro?