Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 169

La primera vez que la vi en el club, Nuria me causó una buena impresión.

Después de todo, no solo a los hombres les gustan las bellezas, a las mujeres también.

Pero en los últimos dos días, al investigarla, realmente descubrí que me había equivocado sobre la verdadera naturaleza de Nuria.

—Tu familia adoptiva vive modestamente; estos ciento cincuenta mil dólares podrían cambiar sus circunstancias de vida. Señorita Ana, te aconsejo que no seas demasiado codiciosa—, dijo Nuria, ya irritada por la indiferencia de Ana desde el inicio de la conversación.

Como dijo Carmen, Ana es realmente demasiado codiciosa.

Si no fuera por su codicia, la familia González no la despreciaría tanto.

—¿Ciento cincuenta mil dólares? ¿No es eso un poco tacaño, señorita Nuria? Aquel día en el club, jugué unas pocas manos de cartas y gané cientos de miles de dólares en efectivo. ¿Ofrecerme solo ciento cincuenta mil dólares es una broma o subestimas al presidente García?—, preguntó Ana, con el rostro inexpresivo.

Ella siempre ha tenido un defecto desde pequeña: no presta atención a las personas que no le interesan. Si está de buen humor, hace como que no escucha; si está de mal humor, responde.

Antes de renacer, este rasgo no era tan evidente, pero ahora no es como antes. ¿De qué montón de basura salió esta irritante Nuria?

—¿Te dio cientos de miles de dólares en efectivo?—, preguntó Nuria, sorprendida.

Supo por Salvador que Ana había tenido mucha suerte esa noche y ganó cientos de miles de dólares en un rato. Los otros tres, incluido Salvador, perdieron miserablemente.

En ese momento, Alejandro dijo que él pagaría las pérdidas y que los ganadores recibirían su parte.

Lo que en ese momento parecían simples cortesías de la mesa de juego, resultó ser cierto cuando Alejandro realmente le pagó a Ana.

Alejandro no dudó en dar cientos de miles de dólares, no es de extrañar que Ana no viera con buenos ojos esos ciento cincuenta mil dólares.

La codicia se había permitido.

—El presidente García siempre cumple su palabra—, dijo Ana, sintiendo que los trucos de Nuria eran pocos.

Si Ana seguía siendo codiciosa, Nuria no dudaría en mostrarle las consecuencias de ofender a alguien en la ciudad A.

—¿Señor García, me oye?— preguntó Ana de repente, hablando hacia su teléfono móvil.

El rostro de Nuria se transformó de inmediato. —¿Qué? ¿Llamaste a Alejandro?

¡Todo lo que habían dicho había sido escuchado por Alejandro!

—Señorita Nuria llega y trata de humillarme con ciento cincuenta mil dólares, además amenaza la seguridad de mi familia. ¿No pensaste que podría protegerme? Señor García ha escuchado toda nuestra conversación, y además la grabé. Si esto llega a la policía, Señorita Nuria, yo no soy una celebridad, vivo de mi trabajo y habilidades reales, ¿pero podrás tú aguantar el escrutinio público?

¿Nuria realmente pensaba que era fácil de intimidar? ¿Que podía venir y abusar de ella así como así? El límite de Ana eran sus seres queridos.

Este era un problema que Alejandro había causado, y por lo tanto, era responsabilidad de Alejandro solucionarlo.