Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1698

Dar a luz...

La profesora Gisela aspiró aire fríamente. Ella sabía muy bien que, sin la influencia de algún ente maligno, su esposo definitivamente no habría querido tener hijos, y aunque a ella le gustaban los niños, su familia de origen le hacía dudar de su capacidad para ser una buena madre.

Cualquiera de las dos opciones le resultaba desagradable.

Pero, claramente, en ese momento no tenía más opciones.

—Gracias, señora Ana, lo sé, voy a pensarlo bien y le daré una respuesta pronto —pensaba la profesora Gisela, bastante confundida.

Ana sonrió asintiendo. —Está bien.

Una hora más tarde.

Después de cenar, ya que había dejado de llover, la profesora Gisela se fue, y cuando Alejandro iba a acompañar a Josefina a jugar, le preguntó: —¿La profesora Gisela tenía algún problema?

—Sí, su esposo acogió a un ente maligno, y estos últimos días ha estado bajo su influencia —dijo Ana.

Alejandro frunció el ceño. —¿Han aumentado los entes malignos últimamente?

—Parece que sí —el tono de Ana se volvió un poco sombrío.

De repente, Alejandro besó los labios de Ana. —¿Recuerdas el sueño que me contaste hace un año?

Ana había tenido sueños recurrentes en los últimos años, recordándolos claramente al despertar.

Al principio no pensó mucho en ello, pero gradualmente empezó a notar que algo no estaba bien.

A veces, los eventos de sus sueños ocurrían en la realidad.

Cuando supo que estaba embarazada, soñó que en su vientre había una niña y que ella y Alejandro no tendrían más hijos en esta vida.

—¿A cuál te refieres? —Ella no estaba segura de cuál sueño era, ya que había compartido muchos con Alejandro.

—Dijiste que el día en que Josefina creciera, nosotros sufriríamos un accidente automovilístico, quedando en estado crítico —dijo Alejandro, con una mirada profunda y un tono sombrío.

El cuerpo de la profesora Gisela tembló violentamente.

En todos sus años de matrimonio, Silvio nunca la había mirado de esa manera.

Realmente, un ente maligno podía cambiar a una persona drásticamente.

Como si se hubiera convertido en un extraño.

—Está aquí conmigo —Sus manos temblaban mientras sacaba las joyas de oro de su bolso.

Silvio se las arrebató de un tirón. —¡No toques mis joyas sin mi permiso de ahora en adelante! Además, ya he contactado con el hospital para hacer una fertilización in vitro, vendrás conmigo mañana. Este año debemos tener un hijo, he consultado sobre el procedimiento y podemos tener gemelos, un niño y una niña. ¡Así tendremos un hijo y una hija!

La vista de la profesora Gisela se oscureció, pero todavía no perdía la esperanza, no creía que un ente maligno pudiera cambiar tan completamente a una persona. —Antes siempre decías que odiabas a los niños. ¿No acordamos que no tendríamos hijos y que seríamos felices solo nosotros dos? Tú... cálmate, piensa bien, ¿realmente te gustan los niños ahora?

—Eso fue antes, ¡ahora realmente me gustan los niños! No puedo permitir que nuestra familia no tenga descendencia, ¿por qué todos tienen hijos y yo aún no tengo a alguien que me llame papá? No hay margen de negociación en esto, he soñado con ser padre estos días —Silvio levantó la mano para impedir que la profesora Gisela continuara hablando.

Su actitud era muy firme.