Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1717

—Quiero saber la razón de mi despido. —Dijo Tania, tomando una profunda respiración para calmarse lo más rápido posible.

El gerente de recursos humanos respondió de manera muy formal: —La razón específica, la conoces mejor que nadie. Aunque la compañía te ha despedido, la compensación que te ofrecemos es más alta que la norma.

Anteriormente, cuando el grupo despedía a alguien, siempre había una razón clara.

Un grupo tan grande definitivamente no mantendría a personas ociosas en el.

Sin embargo, en el caso de Tania, que Eduardo personalmente dijera que debía ser despedida, quizás se debió a un error cometido durante el viaje de negocios días atrás con el jefe Alejandro, en el cual Tania y otros dos colegas trabajaron en lugar de Eduardo. Los otros dos no tuvieron problemas, solo Tania fue reasignada a su posición original y ahora Eduardo había solicitado su despido personalmente.

La razón tenía que ver con Tania.

Por lo general, Tania era muy competente en su trabajo, aunque a veces tenía ideas confusas.

Como mujer, era evidente.

Y se podía adivinar a leguas.

Era en verdad confuso, en el grupo había cantidad de mujeres con ideas, pero estas rápidamente se deshacían de ellas, sabiendo que eran solo sueños.

Sueños que no se debían tocar tan fácilmente.

Los empleados veteranos de la compañía sabían cómo actuar.

Tania, al ver la actitud fría del jefe de recursos humanos, se sintió muy incómoda: —Es que...

—Somos colegas desde hace años, te aconsejo que lo dejes mientras estás bien. Tener un historial de trabajo en el Grupo García te permitirá sobrevivir bien en el futuro. Si cometiste un error, tienes que enfrentar las consecuencias de este. —El jefe de recursos humanos todavía mostraba algo de compasión por ella.

Después de todo, Tania había sido reclutada por él.

Era preciosa y competente.

Una pena, quizás era demasiado preciosa, lo que la hacía sobrestimarse.

Tania se levantó con brusquedad: —Está bien, lo entiendo.

Aparentemente calmada, pero en realidad algo desordenada, empujó furiosa la puerta y salió.

Muchos colegas la miraban asombrados.

Nadie dijo nada, pero ella sentía como si pudiera escuchar el susurro de sus palabras.

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