Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1844

Resumo de Capítulo 1844 : Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate

Resumo do capítulo Capítulo 1844 de Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate

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Eran las cuatro de la tarde del viernes cuando Josefina se organizó un poco y regresó con rapidez Villa Estrella de Mar.

Hoy le no había avisado a Antonio de su regreso.

En lugar de eso, planeaba arreglar un poco las cosas por la noche, comprar algunas cosas más y preparar el desayuno para llevarle a Bernardo a la mañana siguiente.

Esta vez, eligió alimentos ligeros para el desayuno.

Mañana temprano, el hotel enviaría la comida.

La ropa que había encargado al sastre recientemente también llegaría más tarde, había pedido un delicado conjunto de ropa tradicional, tanto para hombre como para mujer, y mañana por la mañana iría vestida con su atuendo tradicional.

Cuando llegó la hora de descansar por la noche, no sabía por qué, pero le costaba demasiado dormir.

Daba vueltas y vueltas en la cama.

Tal vez era la ansiedad por el día siguiente.

—Bernardo, espero que te hayas cuidado bien estos días, no me decepciones.

...

La noche era bastante fría y tranquila, sorprendentemente silenciosa en toda la casa de los Castro.

Bernardo estaba sentado solo frente a la luz titilante de una vela, concentrándose en el libro que sostenía ansioso en sus manos.

Ya había leído este libro dos veces.

Sin embargo, sentía que aún no lo había comprendido del todo.

Por eso, desde que se levantó esa mañana, se había quedado sentado allí leyendo con detenimiento cada hoja.

Sin darse cuenta, había caído ya la noche.

Si no fuera por los rugidos constantes de su estómago, no habría notado que tenía hambre.

De repente recordó lo que Josefina le había dicho antes de irse y, enseguida, dejó el libro, se levantó y se estiró.

Luego empujó la puerta y salió apresurado.

Había una caja de comida en frente de la puerta.

Estos días, el personal de la cocina le había estado trayendo comida rigurosamente tres veces al día, siempre bien equilibrada, él sabía por qué.

Claro, las personas despreciables siempre hacían elecciones que les beneficiaran.

También tomó unos cuantos sorbos de agua.

Después de comer lo suficiente para medio llenarse, arrojó el plato de regreso a la lonchera y luego lanzó la lonchera hacia afuera.

Regresó a continuar leyendo.

Mientras tanto, no muy lejos del patio, la criada Mariana, al ver que aún había luz en la habitación de Bernardo, les dijo sigilosa a las dos mujeres frente a ella: —Ustedes saben lo que deben hacer ahora, ¿no es así? El señor Bernardo acaba de comer algo que tenía un ingrediente digamos que especial para no ser indiscreta, y seguro perderá el control. Ustedes dos han aprendido desde jóvenes cómo atender bien a los varones, esta noche deben emplear todas sus habilidades para que el señor Bernardo le de vuelo a su deseo. Y así mejor no pueda separarse de ustedes en el futuro. Si llegan a quedar embarazadas, entonces serán prácticamente las dueñas de la casa de los Castro. El futuro de la gloria y la riqueza dependen de esta noche. ¿Entienden lo que digo?

La mujer vestida de púrpura afirmó con delicadeza: —Entiendo, por favor, confié en mí. Definitivamente haré que el señor Bernardo quede satisfecho con mi cuerpo.

La mujer de amarillo también respondió con firmeza: —Por favor, tenga usted la seguridad, estos últimos días ya hemos entendido la personalidad del señor Bernardo y también lo hemos observado en secreto. Siempre se queda en su habitación sin salir, definitivamente es un tipo bastante introvertido y ese tipo de hombres le teme más a las mujeres que toman la iniciativa. Esta noche, nosotras dos lo atenderemos como se debe para que el señor Bernardo esté cómodo.

Mariana, después de escuchar esto, quedó muy satisfecha: —Ustedes son bastante inteligentes, bueno, a estas alturas del partido el efecto del medicamento ya debería estar actuando. Vayan y atiendan bien al señor Bernardo.

—Sí. —Respondieron ambas al mismo tiempo.

Ambas se fueron.

Bernardo, que estaba leyendo, de repente cambió de expresión.

Una sensación algo extraña y nunca antes sentida lo asaltó como una fiera.

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