Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 232

Todavía no había oscurecido, pero el restaurante al aire libre ya estaba lleno de gente.

Ana y Alejandro llegaron primero. Afortunadamente, habían reservado una mesa con la dueña del lugar con anticipación; de lo contrario, habrían tenido que esperar en fila.

El ambiente animado del exterior estaba lleno de conversaciones por todas partes.

Después de sentarse, Ana tomó el menú y pidió un montón de platos según los gustos de ella y Francisco.

Quizás había dormido un poco en el coche, porque ahora se sentía llena de energía, como si pudiera comer todo lo que había en el menú.

—Mira a ver qué te apetece comer,—dijo Ana mientras le pasaba el menú a Alejandro.

Alejandro tomó el menú y, al ver la lista de platos abarrotada, pidió carne de res y pasta según sus preferencias.

No le interesaba nada más.

Nunca había estado en un restaurante al aire libre.

No es que no quisiera ir, sino que el tiempo no se lo permitía.

Además, no había nadie que lo acompañara.

Ahora que estaba allí con Ana, no sabía qué pedir.

Ana lo notó. Pensó un poco y añadió algunas cosas más al menú.

—Creo que hay algunas cosas que te podrían gustar, deberías probarlas.

Alejandro mostró algo de interés.—De acuerdo.

A lo lejos, Francisco se acercaba. Desde esa distancia, podía ver al hombre sentado junto a Ana.

Pero como estaba un poco lejos y había mucha gente, no lo veía con claridad.

Tenía la sensación de que había visto a ese hombre en algún lugar.

No era una cara desconocida.

Además, ¿cómo es que llevaba traje? ¿Venir a un lugar como este vestido de traje?

Cuando oyó que Ana había reservado en un restaurante al aire libre, no se vistió formalmente; llevaba unos pantalones cortos holgados y una camiseta ancha, lo que lo hacía parecer menos imponente en comparación.

—Soy Francisco, el hermano mayor de Anita,—se presentó Francisco.

Alejandro respondió,—Soy Alejandro, el esposo de Anita.

Ana observaba cómo los dos se presentaban formalmente, y por un momento no supo qué decir. Nunca había visto a Francisco mirar a alguien con ojos que parecían cuchillos, como si quisiera abrir a Alejandro y ver si su corazón era bueno o malo.

Pensando que era por su relación con Carlos que Francisco estaba tan cauteloso, Ana se sintió especialmente culpable por preocupar a su familia.

En el pasado, realmente había estado ciega.

—¿Alejandro?—Francisco frunció el ceño.

Ese nombre...

—¿En qué trabajas?—preguntó Francisco.

Alejandro no lo ocultó.—Trabajo en Grupo García, soy el presidente.

Los ojos de Francisco se abrieron de golpe.