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Tres bellas mujeres, paradas frente a él de manera tan encantadora.
¿Cualquier hombre podría resistirse a esto?
Pero Alejandro parecía no estar satisfecho. Ana, de repente, pensó que Alejandro tenía estándares muy altos; no sabía qué tipo de mujer sería capaz de captar su atención.
Las cejas de Alejandro se fruncieron un poco más mientras miraba a Ana y decía:—Tengo mejores opciones, ¿crees que me interesarían las personas que me envías?
En ese momento, las otras personas notaron que, además de Alejandro, había alguien más en la habitación.
Y esa persona estaba allí, observándolos con una mirada fría y un toque de curiosidad.
Las mujeres hermosas aman la belleza y también las comparaciones.
Al ver a Ana, los rostros de las tres hermanas se ensombrecieron de inmediato.
Su objetivo para hoy era llegar a la cama de Alejandro, ¿cómo podía haber otra mujer aquí? ¿No les había dicho su padre que todo estaba arreglado? Incluso les había dicho que se vistieran más hermosas hoy, y había colocado un gran piano afuera; ya tenían todo preparado para impresionar a Alejandro y que cualquiera de ellas pudiera terminar en su cama.
Pero ahora, había una mujer en la habitación que era más hermosa que ellas.
Ana, al notar las miradas de las tres hermanas, esbozó una sonrisa.
Ninguna de las tres hermanas pudo devolverle la sonrisa.
Ellas sintieron que Alejandro no las apreciaba. Hasta hace un momento, pensaban que, habiendo sido educadas y preparadas desde pequeñas, y con una presencia tan sobresaliente, ¿cómo era posible que Alejandro ni siquiera las mirara?
Resulta que era por esta mujer frente a ellas.
El hombre de mediana edad estaba claramente sorprendido; tal vez nunca había pensado que habría alguien más aquí.
Él… él lo había arreglado todo.
—Esto... esto...
No había oído que Alejandro tuviera alguna mujer cerca; normalmente, solo lo acompañaba Eduardo. A lo largo de los años, muchas mujeres habían pasado frente a Alejandro, y nunca había visto que Alejandro les prestara atención.
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