Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 53

Laura le había enviado un mensaje por WhatsApp hace un rato, pidiéndole que volviera a la casa de los González para disculparse, y luego intentarían enviarla al extranjero.

Realmente habían agotado cualquier sentimiento familiar que tenía hacia ellos, todo por esa pequeña relación de sangre.

Después de unos minutos, cuando estaba a punto de apagar la luz para dormir, de repente sintió sed y bajó las escaleras con una taza en la mano.

Justo cuando llegó al piso de abajo, se dio cuenta de que Alejandro también estaba allí.

Llevaba ropa de casa de color gris, luciendo relajado y despreocupado.

Completamente diferente de su habitual aspecto frío y reservado.

Si durante el día en el hospital él podía hacer que las mujeres lo adoraran y se obsesionaran, por la noche, Alejandro tenía una luz en sus ojos oscuros que parecía hipnotizar fácilmente a cualquiera.

La mirada de Ana se detuvo involuntariamente en él por unos segundos.

—¿Has vuelto?

Sostenía una taza de agua en la mano, y se podía percibir un ligero aroma a té.

Ana asintió, fue a servirse un vaso de agua y luego recordó que él parecía tener problemas para dormir, así que le preguntó, —¿Estás tomando té?

—Sí, es té.

—¿Tienes trabajo que hacer? —Ana originalmente quería recordarle que el té afecta el sueño, pero enseguida pensó que si él tenía problemas de sueño crónicos, probablemente ya sabría qué debería y no debería beber antes de dormir, así que cambió de tema a tiempo.

Los profundos ojos de Alejandro se fijaron en Ana. —Sí, tengo algunas cosas que resolver.

Ana asintió con la cabeza. —Entonces no te molesto más, buenas noches.

Tomó su vaso de agua y comenzó a subir las escaleras.

Cuando Ana estaba a dos escalones de llegar al segundo piso, Alejandro la llamó.

No podía dormir, y beber té era solo un intento de aliviar la frustración de no poder conciliar el sueño.

Dejó la taza y subió las escaleras.

Justo cuando iba a abrir la puerta para entrar a su habitación, de repente la puerta de Ana se abrió, y su rostro, a la vez inocente y seductor, apareció.

Alejandro se detuvo unos segundos mirando la cara de Ana, pensando que ahora ella le pediría ayuda.

Hace un momento, pretendía no preocuparse por nada, probablemente solo estaba tratando de mantenerse firme y ser estratégica.

—Señor García, espere un momento.

Después de decir esto, Ana volvió a su habitación.

Alejandro levantó ligeramente una ceja, intrigado por saber cómo iba a pedirle ayuda.