Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 537

Al final, Ana se sentía mareada.

Incluso las puntas de sus dedos estaban adormecidas.

Era la primera vez que no se duchaban inmediatamente después de hacer el amor.

Cuando los primeros rayos del sol matinal se filtraban por las rendijas de la cortina y caían sobre el rostro de Alejandro, él abrió los ojos de golpe.

En ese momento.

La noche anterior, antes de perder la razón, la escena en la que fue engañado por la gente de la familia Flores surgió en su mente.

Inmediatamente, su cuerpo musculoso se tensó y se endureció.

El caos visual ante él era evidente.

Era el rastro dejado por una noche de pasión desenfrenada.

Aunque hubiera perdido la razón, su cuerpo no podía engañarlo, ¿acaso había hecho el amor con Nuria la noche anterior?

De repente, un furor extremo y un deseo de venganza surgieron en él.

—¡Nuria, vas a morir!

Sus fríos labios escupieron las palabras.

La mujer que yacía a su lado no se movía, como si hubiera sido exhausta hasta el desmayo.

Incluso en el hombro expuesto, las marcas que él había dejado eran claramente visibles.

Esas marcas le provocaron náuseas a Alejandro.

Una repulsión intensa le invadió el corazón.

¡Destruiría a la familia Flores!

—¡Fuera de aquí!

Alejandro gritó con frialdad.

Un grito lleno de ira.

La persona al lado no era Nuria.

Con quien había estado la noche anterior era Ana.

La sensación de náuseas que Alejandro había sentido continuamente, como si hubiera sido mitigada, se alivió a una velocidad increíblemente rápida.

En ese momento, Ana abrió los ojos.

El dolor en su cuerpo la hacía no querer moverse en absoluto.

Sin embargo, vagamente escuchó a alguien pidiéndole que se fuera.

Su sueño desapareció mágicamente.

Ella giró la cabeza.

Miró a Alejandro, quien la estaba observando, y su expresión se volvió fría de repente.

—¿El presidente García se despierta y al ver que soy yo, se siente especialmente decepcionado? Anoche me abrazabas llamándome Nuria, no es que no te empujara, es que eras demasiado fuerte y no pude hacerlo. Si quieres que me vaya, entonces que Eduardo no me llame más, ¡ahora el que debería irse eres tú!