Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 617

Carmen observó a José, torturado y golpeado, con su rostro carente de cualquier expresión.

¡Castigo!

Ella fue castigada, ¡y José también fue castigado!

—

Durante la cena, Ana y Alejandro conversaron acerca de visitar la casa de Elena.

Ana no esperaba que Alejandro aceptase la idea con tanta rapidez.

—¿Entonces lo hacemos este fin de semana?— preguntó Ana mientras revisaba los mensajes en el grupo de chat.

Durante el fin de semana, Francisco y Manuel estarían en casa, al igual que Javier.

Alejandro no presentó objeciones: —Está bien.

Ana informó de inmediato en el grupo, anunciando que llevaría a alguien a casa y que tenía una noticia importante para compartir.

El primero en responder fue Francisco, quien simplemente dio la bienvenida.

Elena y Manuel estaban algo confundidos sobre qué estaba sucediendo.

Sin embargo, ambos también respondieron que estaba bien en el grupo.

No importaba qué amigo trajera Ana a casa, ellos lo recibirían con los brazos abiertos.

Elena pensó en preparar los platos del fin de semana con esmero.

Ana sabía que estarían curiosos.

En ese momento, el timbre sonó de repente.

Habían vivido en La Villa Estrella del Mar durante tanto tiempo que raramente alguien los visitaba.

Los sirvientes de Casa García preferían venir durante su horario laboral para hacer la limpieza, y Eduardo junto con el chofer siempre esperaban fuera por Alejandro.

Ana miró hacia Alejandro.

Alejandro levantó una ceja, se dirigió hacia la puerta y observó a la persona en el monitor; su expresión se volvió más intensa.

—¿Quién es? ¿Tu amigo? ¿Debería irme un momento?— preguntó Ana, dejando su teléfono a un lado con casualidad.

—No es necesario que te vayas, es Sofía,— respondió Alejandro mientras abría la puerta.

Nunca había visto a Alejito con ese estilo.

Además, por la tela, supo que no eran de lujo.

Ella, que había estudiado diseño de moda, podía reconocer la calidad de la tela con solo mirar.

¿Cómo podía Alejito usar ropa tan informal?

Apuró sus labios, escondiendo sus dudas y celos internos, y pretendiendo no haber visto nada, con un tono de voz relajado y natural colocó una bolsa sobre la mesa, —Estas son unas galletas que horneé hoy, les puse solo un poco de azúcar. Recuerdo que Alejito mencionó que le gustaban, tal vez podrían probarlas ahora para ver si he mejorado en la repostería.

—Anita, tú también deberías probar.

Ana miró a Alejandro, que se había sentado a su lado, y luego observó las galletas, cuidadosamente empaquetadas.

Tenían forma de rosa.

Se notaba que quien las había hecho era hábil y meticuloso, y tenía un sentido de la ceremonia.

Aunque a ella le gustaba cocinar, no mostraba mucho interés en la repostería.

Aun así, respondió cortésmente: —Parecen tener muy buen sabor.