Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 690

Después de que Alejandro se llevara a Ana, Ignacio miró con serenidad hacia las personas que estaban sometidas.

—¿Saben quién soy?

Los hombres mostraron desconcierto; ¿cómo podrían saberlo?

De haber reconocido a un extraño, no habrían necesitado tomar riesgos para ganar dinero.

—¿Y saben quién es Ana? —Ignacio parecía un hombre paciente al plantear otra pregunta.

Los hombres, ya restringidos y con el cuerpo presionado contra el suelo, luchaban por levantar la cabeza para mirar a Ignacio. Sus preguntas los confundieron aún más.

¿Quién era este hombre realmente?

¿Qué tipo de preguntas eran esas?

El hombre con la máscara apretó los dientes y dijo: —No sabíamos quién era Ana antes, pero ahora lo sabemos; es la esposa de Alejandro.

Ignacio soltó una ligera carcajada: —Correcto, pero no del todo. Ella no solo es la esposa de Alejandro, también es una persona que debe ser protegida por la familia Ferreira, mi amiga. ¿Queda claro ahora?

Los ojos del hombre con la máscara se agrandaron gradualmente.

¡La familia Ferreira!

¿Ignacio?

¿Habían provocado involuntariamente a alguien importante?

—Saben lo que quiero escuchar, vengan y díganmelo uno por uno. —dijo Ignacio mientras se sentaba.

Señaló a alguien cercano: —Enciende la cámara y apúntala hacia ellos.

...

En el camino hacia el hospital, Cipriano estaba tratando las heridas de Ana.

Ver varios cortes sangrientos en la piel delicada y clara de Ana le hizo fruncir el ceño.

Especialmente uno en la parte superior de su cabeza, donde el cabello estaba adherido firmemente a la herida y al cuero cabelludo.

—¿Está relacionado con Narciso? —Alejandro entrecerró los ojos.

Eduardo asintió: —Lo que Ignacio puede confirmar es que las personas conectadas con esos hombres están vinculadas con Kenia.

Alejandro se heló aún más, miró a Ana aún inconsciente y le dijo a Cipriano que estaba a su lado: —Quédense aquí.

...

Ignacio se encargó de esas personas.

Fueron enviados fuera de la ciudad A con la máxima rapidez.

En cuanto al destino de esas personas, no necesitaban preguntar; quienes pasaban por las manos de Ignacio acababan siendo tan callados como los muertos.

Una gran cantidad de pruebas se estaba enviando a Alejandro por correo electrónico.

Después de asegurarse de que el envío fue exitoso, Ignacio entró a su casa.