Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 692

En la superficie, Narciso respondió con una indignación vehemente, pero en su interior, un nerviosismo fugaz se apoderó de él.

¿Cómo pudo ser descubierto tan directamente?

Alejandro aún albergaba una ligera esperanza, pensando que Narciso podría ser, al menos, una persona decente, un buen padre.

Se equivocó profundamente.

Al igual que un perro no cambia su costumbre de lamerse las heridas.

Alejandro tenía su respuesta clara: —Parece que fuiste tú quien orquestó todo esto.

El rostro de Narciso se transformó súbitamente, visiblemente sorprendido por la certeza de Alejandro: —¿Qué disparates estás diciendo? ¿Por qué no te quedas en casa y descansas en lugar de venir aquí a decir absurdos? Vete si no tienes nada importante que decir.

—Primero, voy a descansar. —intervino Kenia, con dificultad, prefiriendo no enfrentar a Alejandro en ese momento.

La manera en que Alejandro había formulado la pregunta indicaba que había deducido que fueron ellos los que organizaron el secuestro de Ana.

Ahora, los involucrados no respondían ni podían ser localizados.

La incertidumbre les causaba pánico.

—¿Planeas secuestrar a mi esposa y crees que podrás dormir tranquilo esta noche? —La voz de Alejandro era fría y cortante, como carámbanos en lo profundo del invierno, que perforan hasta el núcleo.

Sobresaltado, Narciso saltó: —¡De qué estás hablando!

El rostro de Kenia palideció; su tono no solo reflejaba una interrogación, sino que parecía tener pruebas en mano para acusarlos.

Pruebas...

Esas personas que ahora no podían ser contactadas, ¿acaso les habría pasado algo?

Alejandro ya no era el joven que se enfrentaba a su padre solo con actitud desafiante; unas pocas palabras y miradas suyas bastaban para infundir un gran temor.

Solo era una chica del campo que, inesperadamente, logró conocer a Ignacio.

—Te doy dos opciones: la primera, traigo a algunas personas aquí, instalamos decenas de cámaras y les permito a Kenia y esos hombres darme un espectáculo con movimientos intensos. La segunda, ambos como pareja comparten las bendiciones y también las dificultades, y se presentan juntos en la comisaría para confesar. Además, serán el tema de conversación durante toda una semana. —Alejandro sacó un cigarrillo de la caja, lo encendió y planteó sus condiciones.

—¿Qué has dicho?

Los dos cónyuges respondieron casi al unísono.

Un brillo de desdén y frialdad iluminó los ojos de Alejandro mientras observaba fijamente a Narciso: —También puedes aparecer en cámara si lo deseas, me encantaría ver cómo traicionaste y manipulaste a mi madre en aquellos días.

Narciso, furioso y avergonzado, temblaba: —¡Estás loco, Alejandro! Mira quién soy, ¡soy tu padre! ¿Vienes aquí a enloquecer hoy? ¿Por una mujer del campo vas a enfrentarte a tu propio padre? ¿Estás fuera de tus cabales?

Kenia apenas podía sostenerse en pie.

Miró a Alejandro con una mirada cargada de terror.