Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 724

Manuel respiró hondo.

Descaro.

—¿Así que la compañía ya me ha abandonado, verdad? —preguntó Manuel.

Mateo, con un destello de compasión en sus ojos, respondió con dificultad: —Voy a negociar de nuevo con ellos. No podemos permitir que todo tu esfuerzo se pierda por las maquinaciones de otros.

—Además, parte de la culpa es mía. Desde el principio debí sospechar que ella no tenía buenas intenciones. Si te hubiera impedido ir, en el peor de los casos, habríamos ofendido a ella y al director, pero no estaríamos en esta situación, siendo manipulados y aprovechados por tener lo que ellos llaman "pruebas".

Realmente, cuanto más lo pienso, más me arrepiento.

Cuanto más lo pienso, más me doy cuenta de lo imprudente que fui, pensando que las personas eran más simples de lo que son y por eso no tomé precauciones. Un solo golpe fue suficiente para dejarnos sin capacidad de respuesta.

Manuel guardó silencio por un momento y luego, con el rostro sombrío, dijo: —Probablemente no pueda cambiar el resultado ya. En la industria del entretenimiento nuestras raíces son demasiado superficiales, nadie va a salir a defenderme en este momento, y en cuanto a Brenda, mejor no esperar nada.

Los ojos de Mateo se enrojecieron, no quería llorar frente a Manuel.

Se acercó a la ventana, abrió una pequeña rendija en la cortina y miró hacia fuera.

Esperaba que las personas abajo se dieran cuenta de lo que estaba pasando y se fueran.

O que alguien creyera en Manuel y dijera algo en su defensa.

De repente, Mateo señaló hacia abajo y preguntó: —Eh, ¿esa persona no es Ana? ¿No se parece mucho a Ana? ¿Ella ya sabe lo que está pasando y por eso vino preocupada?

—En este momento debería estar trabajando, y no tiene tiempo de mirar su teléfono, probablemente no esté enterada de mi situación —aunque Manuel dijo esto, se acercó a ver en la dirección que Mateo indicaba.

Al mirar, toda palabra que pensaba decir se le quedó en la garganta.

La persona entre los periodistas era efectivamente Ana.

Escuchando a los periodistas a su alrededor discutiendo sobre Manuel y sus intenciones de oprimirlo, Ana apretó los puños a su lado.

Mucha gente quería ver a Manuel, y los guardias de seguridad lo impedían.

Ana no entró precipitadamente.

Un periodista al lado, pensando que Ana también era reportera, se acercó y dijo: —Te digo, no podemos entrar, el sol está fuerte hoy, no te quedes aquí al sol. Agrégame a WhatsApp, cuando tome la foto te la envío, así cumples con tu tarea.

Ana no dijo nada, solo miró fríamente al periodista.

Luego, sintiendo la mirada de Ana, el periodista se sonrojó un poco: —Llevo mucho tiempo en esto, quizás pueda ayudarte, podríamos comer juntos algún día.

—Quítate —dijo Ana, irritada.

Estas personas, en su afán por la primera plana, ignoraban la verdad e incluso hostigaban a los demás; no tenía una buena impresión de ellos.