Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 840

Beatriz se despidió y salió del lugar con Ana.

No advirtieron el cambio repentino en la expresión de Bryan.

Su mirada las siguió hasta que desaparecieron.

Rocío se acercó a Bryan, quien tampoco la notó.

Esa mujer no solo conocía a Bryan, sino también a Alejandro y a esa... ¿Ana? Ese debía ser su nombre.

Además, el presidente Campos mostraba una actitud inusual hacia esa mujer.

Al verla, parecía que no podía concentrarse en nada más.

La intuición femenina le hizo percibir una amenaza: —Presidente Campos, ¿por qué no seguimos viendo otras cosas?

Bryan volvió en sí, bajó la mirada para ocultar sus ojos ligeramente enrojecidos y dijo en voz baja: —Hoy no quiero seguir, vámonos.

Luego le dijo a Alejandro: —Me voy primero.

Alejandro asintió, pensativo, y echó un vistazo a Rocío antes de también salir.

Por otro lado, Beatriz y Ana llegaron a una tienda de ropa para hombres.

—No tengo muchos ahorros, así que no puedo comprarle al señor Mauricio ropa muy cara, pero una corbata aún es posible. Tienes buen ojo, ayúdame a elegir.

El cumpleaños de Mauricio era en unos días y todo el personal de la empresa estaba preparando regalos en secreto.

Hoy vinieron al centro comercial para elegir un regalo; originalmente iban a tomar fotos para que Ana las viera y la ayudara a escoger, pero no esperaban encontrarse en el centro comercial.

Es mejor ayudarla a elegir en el lugar.

Ana, al ver que Beatriz realmente no se preocupaba por el nuevo amor de Bryan, se tranquilizó y ayudó a Beatriz a mirar corbatas: —¿Qué te parece esta?

—Esta está bien, pero no parece del estilo de Señor Mauricio, más bien se asemeja al estilo de Alejandro. ¿Por qué no compras una también para él? —Sugirió Beatriz.

Recordando que Alejandro recientemente había pagado por su ropa, Ana pensó que sería apropiado devolver el favor con una corbata.

—Entonces me llevo esta. —Dijo Ana al dependiente: —Envuélvela, por favor.

Continuaron buscando otra corbata para Beatriz.

Así que se quedó fumando fuera del centro comercial.

Pensando en la situación reciente con Ana, se sentía algo deprimido, y sin darse cuenta, se fumó tres o cuatro cigarrillos.

Cuando Ana salió del centro comercial, vio a Alejandro fumando.

Parecía que él no estaba de buen humor.

Cuando Alejandro levantó la vista y vio a Ana, preguntó: —¿Terminaste de comprar?

—Sí, ella justo se encontró con un colega y van a seguir comprando, vamos a casa.

Al decir esto, Ana recordó de repente que aún llevaba consigo una corbata empacada.

—Dentro hay una corbata, mira a ver si te gusta, si no es así puedo volver a cambiarla.

Los ojos de Alejandro, fríos y oscuros, reflejaron sorpresa por un momento, pero pronto se iluminaron con una sonrisa: —Vamos a ver.

La corbata estaba envuelta de manera muy elegante.