Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 846

Patricia se tensa, su rostro cambia drásticamente.

Momentáneamente perdida por las palabras de Melchor.

Abre la boca, luego la cierra lentamente.

Después la abre de nuevo y dice: —¿No es acaso evidente? Lo vi con mis propios ojos. Si no fuera por el dinero, ¿cómo podría ella estar tan relacionada con tantas personas?

Melchor responde con ira: —¡Por supuesto que no! Ella trabaja en el equipo de Fernando, ayudando a las personas a identificar y manejar objetos malignos. Esa es Ana, ¡no Fernando! Las personas de las que hablas, vinieron a pedir ayuda a Ana. No sabes ni la más mínima información personal sobre ella, y aún así te atreves a afirmar que tiene mala reputación, ¡estás atrayendo enemigos a la familia Jiménez!

—¿Cómo es posible...? —Interviene Patricia, confundida e incrédula. —Trabajar en el equipo de Fernando implica tener habilidades reales, ¿no es así? Tal vez solo fue Fernando quien elevó el estatus de Ana.

Silvia, frunciendo el ceño, interviene: —Todos sabemos qué tipo de persona es Fernando; gente sin habilidades reales no puede ser parte de su equipo, y Fernando no tiene motivo para mentir a Melchor. Además, con la posición de Fernando, sería imposible hacer algo que manche su reputación.

Melchor, ya habiendo considerado esto, habla seriamente: —¿Sabías que los dos objetos antiguos que compraste son malévolos?

—¿Qué? —Exclama Silvia, levantándose.

El rostro de Patricia palidece, aprieta las manos y confiesa: —Los objetos adquiridos en la subasta no deberían tener problemas; abuelo, es mi culpa no conocer bien a Ana, y no quiero que mi error cause problemas a la familia.

¿Y si Ana no es una persona codiciosa ni alguien que solo dependa de los hombres? ¿La había subestimado todo este tiempo?

Ahora, recordando más detenidamente, tanto Ignacio como Salvador siempre han tratado a Ana con respeto, no como a un objeto de diversión.

Solo fue su percepción inicial y sesgada lo que la hizo confundirse con las apariencias.

De repente, piensa en Alejandro.

Si Ana no es el tipo de mujer que Patricia pensaba, entonces, ¿cómo ve Alejandro a Ana...?

De repente, Patricia aprieta los labios, incapaz de continuar pensando.

Aunque la familia Jiménez tiene un alto estatus en Ciudad A, no actúan de manera ostentosa.

Raramente ofenden a alguien intencionalmente.

Patricia respira hondo: —Hay cosas entre ella y yo que ahora no se pueden aclarar, puedo pagar los 2.8 millones, pero no me disculparé.

—Una vez que te disculpes, estarás en desventaja. —Dijo Melchor, frunciendo el ceño.

Aunque nunca ha visto a esa Ana, las condiciones que ha puesto ahora todavía le hacen dudar.

Tan joven y además mujer, ¿realmente puede lidiar con ese supuesto objeto maligno?

Antes estaba furioso, pero ahora, frente a su querida nieta, su temperamento se suaviza y se calma.

Los ojos de Patricia se enrojecen, algo afligida: —Abuelo, iré a buscar a Alejandro para ver qué dice él.