Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 865

La sonrisa en los labios de Ana se congeló por un momento. "Está bien" solo significaba que no era lo suficientemente bueno. Probablemente la persona que imaginaba al ver el vestido no era ella. En ese instante, se despertó: —Antonio, creo que el vestido que probé antes me gustó. Lo elegiré.

Ya no quería probarse los otros vestidos.

Antonio echó un vistazo a los vestidos que aún no había probado: —¿No vas a probar esos otros?

—Sí, después de verlos, el primero es el que más me gusta. —Ana sonrió y respondió.

—¿Y si probamos la segunda opción con el Señor Alejandro? —Antonio recordó que el segundo vestido también era muy bonito, y si el Señor Alejandro lo veía, ¿no se quedaría aún más embelesado?

A ver si ahora el Señor Alejandro podía decir algo más bonito.

¿Qué quiere decir "solo está bien"?

Eso hizo que la señora Ana perdiera por completo el interés en seguir probándose el vestido de novia.

Ana pensó en decir que no hacía falta, que Alejandro no querría verlo y que no valía la pena perder tiempo.

Pero antes de que pudiera hablar, Alejandro asintió: —Está bien, pruébatelo.

Luego, se acercó a los vestidos que quedaban, recorrió su mirada por todos ellos, y finalmente se detuvo en uno: —Este también es bonito, pruébatelo.

Ana primero se probó el segundo vestido, y luego se puso el que Alejandro había señalado.

No se podía negar, Alejandro tenía muy buen ojo.

Ese vestido acentuaba su figura de manera espectacular, resaltaba su cuello de manera perfecta.

Ana no pudo evitar quedar fascinada por su reflejo en el espejo.

Realmente, cuando una mujer se pone el vestido de novia adecuado, puede ser tan hermosa que ni ella misma puede apartar la mirada.

De repente, al mirarse en el espejo, sus ojos se encontraron con los de Alejandro.

En su mirada había asombro y admiración, e incluso algo de afecto flotaba en sus ojos.

Ambos se miraron en silencio a través del espejo.

El diseñador y el resto del equipo se mantuvieron en completo silencio, sin atreverse a interrumpir ese momento.

Los recién casados siempre se miran mutuamente, y a menudo ven escenas de amor como esa, ya están acostumbrados a ello.