Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 874

Alejandro lanzó una mirada fría hacia Andrés.

El puño de Andrés, que estaba levantado, de repente se congeló.

Con solo una mirada, Andrés se dio cuenta de que el hombre que acababa de aparecer no era alguien con quien pudiera meterse.

Probablemente no era una persona con la que pudiera enfrentarse.

—¿Tú...?

A Braulio y María siempre les había gustado intimidar a los débiles y temían a los más fuertes, especialmente después de que Braulio fuera pateado, su rostro palideció al instante. María también abrió la boca para decir algo, pero no se atrevió a hablar.

—¿Saben quién era la persona a la que querían golpear? —Preguntó Alejandro.

Braulio y los demás se quedaron en silencio, sin saber qué responder. Extrañamente, aunque siempre habían sido capaces de comportarse de manera irracional y matonear a los vecinos, ante el hombre que tenían frente a ellos, sus bocas parecían estar cerradas, incapaces de articular palabra.

Al principio pensaron que las dos chicas eran fáciles de intimidar, que podían controlarlas a su antojo.

Pero ahora...

Haila, al ver a la familia de Teresa en tal estado, sintió aún más pena por ella.

Hoy, ambas parecían haber pasado por un infierno, y ahora Teresa tenía que enfrentar el maltrato de su propia familia. Era fácil imaginar lo triste que debía sentirse Teresa en ese momento.

—La persona que querían golpear es mi esposa. —La voz de Alejandro era fría como el hielo.

Al escuchar la palabra "esposa" y ver cómo Alejandro la protegía al ponerse frente a ella, Ana sintió un leve estremecimiento en su pecho.

De repente recordó lo que él había dicho antes, que no se divorciarían... ¿sería cierto?

—No la golpeamos... no tuvimos tiempo... —Braulio se apresuró a negar.

Se sintió aliviado de no haberla golpeado antes.

María, con los ojos brillando, dijo: —Fue todo un malentendido, no somos esas personas que golpean a la gente a la ligera.

—Nosotros también somos familiares de las víctimas, y estamos muy emocionados. Fueron ustedes los que vinieron a buscarnos. —Andrés se apresuró a defenderse.

¡Había estado equivocada!

Haila lloraba desconsolada: —Teresa...

—¿Qué estás diciendo, Teresa? ¿Sabes lo que estás diciendo? ¿Quién te dio el valor de hablar así? ¿Crees que porque alguien más llegó, no nos atreveremos a golpearte? Con otros no podemos hacer lo que queremos, pero tú eres mi hija, ¡ya eres bastante vergonzosa y todavía nos pides que nos callemos! Ahora te voy a enseñar una lección. —María avanzó hacia Teresa, levantando la mano con la intención de golpearla.

El cuerpo de Teresa temblaba con más fuerza.

Después de tantos años de abusos, ya había perdido la capacidad de esquivar.

Afortunadamente, Haila reaccionó rápidamente y se interpuso entre ellas.

La mano que María había levantado fue detenida por Ana.

—Todo lo que dijeron e hicieron hace un momento ha sido grabado. —Dijo Ana con voz fría.

—¡Lárgate! —Alejandro rugió, con furia en la voz.