Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 876

María y los otros tres nunca habían conocido a personas como Ana y Alejandro.

Parecía que sus palabras ya no tenían ningún efecto frente a ellos.

Con solo unas pocas frases simples, como si pudieran sentenciarlos a muerte.

Una sensación de ser aplastados en el barro, sin oportunidad de luchar, les invadió.

No era como los vecinos o amigos con los que habían tratado antes, donde se gritaban unos a otros y veían quién era el más fuerte, quién podía gritar más tiempo.

—Ustedes han interrumpido gravemente el descanso de los pacientes, y acabo de escuchar que han amenazado a otros pacientes y sus familiares, lo cual afecta seriamente la seguridad del hospital. Ahora, salgan inmediatamente del hospital, de lo contrario, llamaremos a la policía. —Dijo el jefe de seguridad con una actitud firme.

Braulio y Andrés, al ver a varios guardias que claramente no eran personas fáciles de tratar, inmediatamente se quedaron callados.

Desde que Alejandro apareció, comenzaron a mostrar inseguridad, y ahora no se atrevían a decir una sola palabra, mirando a María.

El rostro de María se puso más pálido: —Ustedes están equivocados. Ella es mi hija, vamos a darle de alta.

El jefe de seguridad solo dijo una cosa: —Por favor, váyanse.

María, impotente, con el rostro extremadamente serio, solo pudo mirar a Teresa: —¿Crees que ellos te van a ayudar? No olvides quién te crió. Si fueras sensata, ahora mismo vendrías con nosotros.

En ese momento, la familia podría obtener algo de dinero y vivir bien, ¿qué había de malo en eso?

¿Pedir justicia y una fuerte sanción para esos chicos? ¿Qué se ganaba con eso?

Ya te habían atacado, ¿para qué pedir justicia si no hay dinero? ¡Qué ridículo!

Con una mirada llena de amenaza, le dio a entender que si no se iba ahora, después, cuando llegaran a casa, no la dejaría escapar.

El rostro de Teresa palideció completamente. Bajo la mirada de María, sintió que casi se desmayaba de miedo.

Sin embargo, había una voz en su cabeza diciéndole que debía obtener justicia, que debía exigir que la ley castigara a esos demonios. Esos demonios le arruinaron la vida, no podía dejarlo así. Si lo dejaba, entonces su vida entera se reduciría a un simple "así fue".

Si todo terminaba así, quizás su vida futura estaría condenada a pasar entre sombras y confusión.

Inspiró profundamente, como si estuviera usando toda su fuerza, y dijo: —No me voy.

—¡Tú! —María gritó furiosa.

Si no fuera porque había gente a su alrededor, ya habría golpeado a Teresa con toda su fuerza.

—Está bien.

...

La situación de Teresa era aún más grave que la de Haila.

Además de las marcas de haber sido maltratada por todo su cuerpo, tenía viejas cicatrices de golpes y quemaduras.

Era espantoso.

La enfermera, al tratar las heridas de Teresa, no podía evitar apartar la mirada.

Le explicó a Ana la condición de Teresa: —Debe haber sido golpeada con frecuencia, muchas de esas cicatrices son capas sobre capas, incluso parece que alguna vez sufrió fractura en las costillas, además de malnutrición crónica. Sospecho que pudo haber sido vendida, y las personas que estaban aquí antes, no creo que sean sus padres biológicos.

Los padres biológicos no tratarían a su hija de esta manera.

Haila, agotada de tanto llorar, se acostó en la cama de al lado y se quedó dormida.

Ana miró a las dos, Teresa y Haila, profundamente dormidas, y agradeció a la enfermera.