Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 936

Vergüenza, desobediencia y falta de cortesía, varios cargos fueron sumados.

El rostro de Ana se oscureció.

De repente, Alejandro tomó su mano.

—Mi esposa es insuperable por cualquiera. —Dijo Alejandro con firmeza y convicción.

El rostro de Arturo se volvió instantáneamente sombrío. —¿Insuperable por cualquiera? ¿Ella puede compararse con Patricia? Alejandro, estás actuando impulsivamente.

—Basta, todos cállense un momento. —Reprendió Xavier, fingiendo ser severo.

Luego, fijando la mirada en Alejandro, dijo: —No nos importa quién sea tu esposa, pero cuando llegue el momento, sabrás quién realmente quiere lo mejor para ti. Hablar más ahora solo te va a molestar. Lo más urgente en este momento es lo que pasa con Marco y Narciso. Con una sola llamada de tu parte, ellos no tendrían que quedarse en la comisaría.

—Te hago la llamada. —Dijo Rafael mientras avanzaba con el teléfono en la mano.

—Quien se atreva a hacer esa llamada, sentirá lo que es recibir ocho puñaladas. —Dijo Alejandro en tono helado.

Particularmente en esa fría noche, su voz era tan gélida que causaba miedo, y una capa de sudor apareció en su piel.

Ana notó que la mano de Alejandro estaba fría, por lo que la apretó con la suya.

Arturo miró a Xavier, cuyo rostro mostraba clara indignación: —¿Xavier viene a suplicarte personalmente, y ni siquiera le das ese favor? ¿De verdad vas a hacer todo tan tajante?

—Ah, ya estoy viejo, mis palabras no tienen tanto peso. ¿Qué tal si voy a ver a Marta, hablo con ella? Marta seguro no seguirá con este asunto, después de todo, también está su hijo dentro. —Dijo Xavier con rostro serio.

La gente mayor tiene experiencia y sabe cómo manipular a Alejandro en poco tiempo.

La familia García ya conocía las debilidades de Alejandro.

Si no hubiera sido por Alejandro, que había mantenido el control total del Grupo García durante todos estos años, los hijos y nietos de Xavier ya habrían vaciado el grupo.

¡Y ahora ellos actuaban de forma tan malvada!

Antes, solo hacían pequeñas maniobras a escondidas, ¡pero ahora han ido tan lejos como para herir a otros a plena luz del día!

Marta dio unos pasos hasta la cama, con los ojos profundamente enrojecidos. Pero, al ver que Xavier y los demás estaban presentes, aguantó las lágrimas que amenazaban con salir y echó una mirada a Ana.

Al ver las manos de los dos niños entrelazadas, se sintió algo aliviada.

En este momento, con Ana acompañando a Alejandro, él se sentía un poco mejor.

—No estoy herido. —Alejandro dijo con voz rasposa.