Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 989

Especialmente cuando no tengo apetito, encontrar algo que comer como la pasta resulta ser una opción ligera, nutritiva y reconfortante.

Haila se iluminó al escucharlo. —¿Pasta con tomate? ¡Justo estaba pensando esta mañana que sería increíble poder disfrutar de un plato caliente de eso en El País de Piedraplata!

Ana se llenó de expectativa.

Disfrutar de algo tan sencillo como la pasta realmente reconforta en estos momentos.

—¡Definitivamente, Ignacio es quien mejor me entiende! ¡Te quiero tanto, Ignacio! Por cierto, Anita, ¿te gusta la pasta? Si no, puedo pedir que los sirvientes preparen otros desayunos.

Ana respondió: —Yo también estaba pensando en pasta.

Al escuchar esto, la sonrisa de Haila se hizo aún más brillante. —Sería maravilloso si los tres fuéramos una familia. Incluso nos gustan las mismas cosas, lo que haría todo más fácil para los sirvientes.

A veces, quien habla no tiene intenciones particulares, pero quien escucha puede interpretar demasiado y malinterpretar.

Ignacio observó discretamente a Ana.

Ana sonreía a Haila. —¿Acaso no soy tu hermana mayor? En mi corazón, tú eres mi hermana menor.

Al escuchar esto, Haila se emocionó. —¡Sí!

Después del desayuno, Ignacio hizo unas llamadas, luego preguntó a Ana:

—¿Tienes otros planes hoy? Si no es así, tengo algunos para Hailita hoy. ¿Te gustaría unirte y divertirte un poco?

Ana pensó en la sesión de fotos de boda que había planeado con Alejandro para hoy, pero ya no era necesaria, pues había dejado el hotel por la mañana cuando Patricia claramente buscaba a Alejandro.

Hoy...

Sus planes definitivamente no tenían nada que ver con Alejandro.

—Anita, ¿por qué no te unes a nosotros? Ignacio es una persona especialmente aburrida, y estar con él es realmente aburrido,— observó Haila mirando a Ignacio con algo de desdén.

Ella no dijo eso a la ligera.

Ignacio la miró de reojo. —No pienses tonterías.

Haila realmente es su hermana de sangre, y algunos cambios en él no podían ocultársele.

Haila levantó una ceja. —Si estoy pensando tonterías o no, tú lo sabes muy bien, Ignacio. ¿Quién es la mujer que te ha cautivado? ¿La he conocido? ¿Qué tal si la traes a casa cuando volvamos al país? ¡Prometo ayudarte a conquistarla! Nunca te has enamorado realmente de una mujer, y esta es la primera. Como tu hermana, seré la mejor asistente para ayudarte a lograrlo.

—No arruines las cosas,— dijo Ignacio, de pronto de buen humor, conversando con Haila.

Los ojos de Haila brillaron. —¡Sabía que tenía razón! Soy un genio, tanto en IQ como en EQ, y te ayudaré a conquistarla lo antes posible, no arruinaré nada, ¡puedes estar tranquilo!

Ignacio pensó para sí: Si te digo que me he enamorado de la mujer de otro, no sé si arruinarás las cosas.

No quiere lastimar a Ana.

Unos minutos después, Ana salió del baño. —Podemos irnos.