El hombre miró el paraguas que tenía en la mano y volvió a mirarla de manera confusa.
Claudia sabía que este tipo de sentimiento no era fácilmente comprensible y dijo con entusiasmo,
—Por favor, realmente necesito este paraguas, ¿me lo puedes vender? No me importa el precio, siempre que me lo vendas.
El hombre le entregó el paraguas directamente y dijo,
—El bazar de la planta baja está lleno de estos paraguas de un euro, puedo regalártelo si lo necesitas.
Claudia se quedó atónita y preguntó rígidamente,
—… ¿El bazar de abajo? ¿Un euro?
—Sí, hicieron un evento de regalar paraguas en compras superiores a veinte euros.
Claudia sintió que se iba a ahogar por la ira y presionó seriamente en el primer piso tras unos segundos.
El hombre preguntó,
—Guapa, ¿no quieres este paraguas?
Claudia dijo aguantando su ira,
—No, gracias.
Después de salir del ascensor, Claudia se corrió de cabeza al bazar.
Después de confirmar varias veces que este paraguas solo se vendía en su tienda y que la mercancía había llegado recientemente de hacía dos semanas, Claudia compró todos los paraguas del mismo estilo.
Daniel estaba tocando el piano en la habitación cuando de repente escuchó el timbre de la puerta.
Él abrió la puerta, vio que Claudia estaba parada en la puerta con un paraguas en la mano y dijo,
—Este es...
Claudia sonrió levemente y habló,
—¿No dijiste que este paraguas es una reliquia de tu madre y es muy importante para ti? No quería que esperaras demasiado y pedí a mi madre que lo trajera directamente.
Daniel no esperaba que ella hiciera esto, por lo que se sorprendió y dijo,
—No es tan urgente...
—No hay de qué —Claudia le entregó el paraguas sonriendo—. ¿Es este?
Daniel lo cogió y tuvo que seguir actuando llegado hasta este punto. De modo que, dijo,
—Sí, es este. Hay rastros que dejó mi madre al usarlo —Daniel volvió a mirar a Claudia y dijo—. Estoy muy agradecido de que tu madre viniera especialmente por esto, quiero agradecerla en persona...
—No es necesario —Claudia dejó una bolsa llena de paraguas delante suyo y dijo—. Si tu madre supiera que tiene un hijo tan filial, estaría muy contenta.
Claudia dejó la bolsa y se giró para abrir la puerta.
Daniel dio un paso adelante, la agarró por la muñeca y se rio diciendo,
—Lo siento, era una broma.
Claudia lo sacudió con fuerza y dijo indiferentemente,
—Es una broma cuando da gracia a las ambas partes y no que me estés tratando como una payasa.
Dicho esto, Claudia abrió la puerta y entró sin mirar atrás.
Daniel quería decir algo y la puerta se cerró de golpe frente a él.
Él se tocó la nariz y miró los paraguas caídos alrededor de sus pies, sintiéndose muy avergonzado.
***
Había estado lloviendo toda la noche y cuando Doria se despertó, seguían cayendo gotas afuera.
Ella había pensado que sufriría insomnio en este extraño lugar, pero sintió una rara sensación de paz, a pesar de que estaba rodeada de peligros.
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