Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 482

Muchos de los jóvenes que estaban aquí reconocieron a Doria, aunque no podían ver claramente la cara de Édgar, pero Doria le abrazaba con tanta fuerza que debía saber quién era.

Susurraban y gritaban y no dejaban de tomarles fotos con sus móviles.

Esto era algo que Doria no esperaba que ocurriese, entonces, escondió su rostro en los brazos de Édgar y susurró, —¡Bajemos!

—Bien, pero creo que te olvidas de algo —dijo Édgar rodeándola con un brazo.

—Basta —Doria se estaba enfadando un poco.

—Pero me has hecho subir hasta aquí.

—Pues...Doria apenas había hablado cuando se dio cuenta de que no podía seguir así y le apretó la cintura, —¡Date prisa!

—Cariño, ¿te he dicho alguna vez que nunca toques la cintura de un hombre? —En ese momento, Édgar le susurró al oído.

Aún así, no iba a bajar.

La multitud de curiosos crecía, y Doria se mostraba aún más reacia a hablar tras escuchar las ambiguas palabras de Édgar, —Hablaremos de esto cuando volvamos.

—Pero tú nunca cumples tus promesas.

—Esta vez lo cumpliré.

Édgar la miró y de repente dijo, —Si prometes llamarme marido todos los días cuando volvamos, bajaremos ahora.

«¡Es el colmo!»

Sin esperar a que ella replicara, Édgar dijo, —¿De acuerdo?

—¿Me has dado a elegir? —respondió Doria con impotencia.

—Pero la culpa no es mía, mira a la multitud de allí abajo.

Se estaba llenando de gente y los dos llevaban mucho tiempo en el aire. Nadie sabía lo que pasaría si las fotos se difundieran.

—Ya, ya, lo prometo —Doria aceptó.

Ante eso, Édgar se rió y tiró de la cuerda, diciéndole, —Agárrate fuerte.

Doria ya lo abrazaba con fuerza y sus ojos se cerraron al instante ante sus palabras. Entonces, sintió inmediatamente que se caía.

Pronto, ella ya estaba de vuelta en el suelo y se soltó de golpe, para dejar escapar un largo suspiro.

—¿Ahora vuelves a ignorarme? —preguntó Édgar con una sonrisa mientras le quitaba el arnés de seguridad.

Doria no dijo nada.

En ese momento, un hombre se acercó y dijo, —Señór Édgar, ¿qué hacemos?

—Diles que pagaré los gastos por todos los presentes en esta noche y pídeles que se guarden las fotos para que las aprecien ellos mismos, que no las cuelguen en internet ni las hagan públicas —respondió Édgar.

Doria se sintió avergonzada por sus palabras.

«¡Nadie iba a apreciarlas!»

El personal de Édgar fue inmediatamente a despejar a la multitud.

—¿Vamos al cine? —Édgar miró su reloj.

—No, gracias —dijo Doria.

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