Después de que durara el silencio por un instante en la oficina, Gonzalo habló:
—Esperamos que la Señorita Doria, pueda tomar el control del Grupo Collazo para que todo vuelva a la normalidad y así podamos conseguir más tiempo.
—¿A qué te refieres con más tiempo?
—Es que últimamente nosotros y el Sr. Jairo siempre hemos estado en la búsqueda de inversionistas para relajar las tensión temporal del Grupo Collazo. Pero, ahora este Grupo ni siquiera tiene un responsable, pues ninguna compañía está dispuesta a cooperar con nosotros, ni el banco quiere darnos un préstamo.
Jairo continuó diciendo después de él:
—Pero si usted toma posesión del Grupo, seguro que ellos aceptarían por el bien de la Sra. Doria.
Doria no quería andar por las ramas con él, entonces, fue directo al grano:
—Es por mi buen, ¿o por el de Édgar?
Jairo miró involuntariamente hacia Gonzalo.
—Eh…
Gonzalo siguió hablando serenamente:
—Ciertamente, queremos aprovechar la identidad del Sr. Édgar, pero a pesar de todo, usted es la heredera legítima del Grupo Collazo. Siempre que tome el poder, no solo los empleados y asociados podrán aliviarse, sino que otras empresas y bancos cooperaran con nosotros, por el bien del presidente que ya falleció, volverán a dar al Grupo otra oportunidad.
Jairo volvió a agregar:
—Es así. Aunque no he visto al presidente fallecido, he oído muchas rumores sobre él. Cuando el Grupo Collazo estaba a punto de dividirse, fue él quien cambió la situación y salvó a la empresa del eminente peligro, lo que demuestra el profundo afecto que tenía por el Grupo. Pero, ahora él ya no está en este mundo, ela única persona que puede salvar al Grupo Collazo, es usted, Señorita Doria.
En resumen, lo que querían decir era que esperaban que ella pudiera ayudar al Grupo a pasar este obstáculo por su padre biológico. Sin embargo, ellos no sabían que su padre, todavía estaba vivo.
La condición actual del Grupo Collazo, sin duda la conocía muy bien. No tomar el poder ahora significaría la desaparición de éste.
Pero, ellos tenían razón en una cosa. Aquellos miles de empleados del Grupo Collazo, eran completamente inocentes.
Doria cerró los ojos, de repente, sintió que le dolían las sienes.
—Señorita Doria, nosotros…
Jairo todavía quiso decir algo, pero fue detenido por Gonzalo justo cuando comenzaba a hablar.
Gonzalo entendió su sentimiento actual:
—Hoy le hemos dicho tanto que también necesitará tiempo para considerarlo. No hay prisa, esperaremos su respuesta.
Doria asintió suavemente con la cabeza.
—Entonces dejémoslo aquí.
En realidad, necesitaba tiempo para pensar bien en este asunto.
Después de salir del taller, Jairo parecía expresar insatisfacción en sus palabras:
—Nos ha costado tanto venir a buscarla, ¿y esto es todo lo que logramos?
Gonzalo respondió:
—Señor Jairo, incluso si hoy la forzaras a aceptar, después si Édgar se entera, ¿crees que te dejará ir?
Jairo cayó en vacilación por unos segundos y luego se rió.
—Para ese entonces, todo habrá estado fijado y tendremos muchos testigos, ¿es posible que Édgar abiertamente se retracte?
—Subestimas al Sr. Édgar en este punto. Las cosas que él no quiere hacer, no las hará y cuánto más lo fuerces, más contraproducente será.
Jairo lanzó un sonido de desdén.
—Si no temiera que este asunto terminase por envolverme, nunca vendría aquí, ni tendría que ver a aquella inexperta mujercilla.
A pesar de que Marcos había huido, la esposa, hijos y la fortuna familiar de Jairo estaban allí, así que sin una mínima preparación, no había modo de que pudiera escapar.
Aunque llevaba un tiempo escondiendose, no pudo evitar que los demás lograran encontrarlo y empezaran a pedirle explicaciones.
¿Qué declaración podría darnos? ¿Qué tenía que ver con lo que Marcos había hecho?
No tuvo más remedio que juntarse con Gonzalo para buscar a Doria.
Con tal de que ella aceptara asumir la autoridad del Grupo Collazo, tendría muchos menos molestias.
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