Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 491

Por otro lado, cuando salieron del restaurante, Miguel Paduro, dijo:

—Te llevo a casa.

Claudia le rechazó con cortesía.

—No es necesario, mi casa está muy cerca de aquí, puedo tomar un taxi. Tampoco vives por esta área, de modo que sería mucha molestia para ti, yendo y viniendo.

Miguel habló sonriendo:

—¿Cómo podría ser una molestia acompañar a alguien tan hermosa a su casa? Si yo no te llevo a casa, seguramente mi madre me gritaría.

Claudia, quien también estaba bajo presión de sus padres, sabía naturalmente lo poderosa que era la, así que tras pensarlo un rato, accedió.

Se tiene que decir, ellos dos realmente se llevaban bastante bien.

Claudia conocía a numerosos amigos quienes habían asistido a citas a ciegas, pero lo que encontraron eran personas excéntricas o hijitos de mamá, por consiguiente, ella no tenía ninguna expectativa.

Quizás precisamente por no tener expectativa alguna, ella se sintió impresionada cuando vió por primera vez a Miguel.

Miguel llevaba puesto unas gafas de montura color oro, con una apariencia no tan destacable, pero tenía algo que lo hacía atractivo para las chicas. No importa lo que hiciera y hablara, siempre mantenía una actitud amable y era bien comportado. Hablar con él le generó un sentimiento de ser tomada en serio.

No solo eso, sino que conocía muchas cosas y hablaba con voz suave y lenta en la conversación, lo que era muy encantador. Además, no era nada pretencioso y era muy cómodo tratar con él.

En el camino a la casa de Claudia, Miguel siguió el tema anterior.

—He oído a tu madre decir que estás tan ocupada que no regresaste a visitar a tu familia en el Año Nuevo.

Cuando mencionó eso, ella se rió de manera incómoda.

—Apenas regreso a casa, ella me presiona para que me case, y mis relativos son igual de pesados, preguntando cuándo me voy a casar. Es mejor si no voy a verlos, así me ahorro los problemas.

—¿Tiene algo que ver con la relación que tenías antes?

—Sí, en aquel entonces estaba a la vuelta de la esquina para casarme, incluso pensé que nos casaríamos en este año.

Miguel dijo:

—Por suerte, antes de que se casaran descubriste que te engañaba. Si te hubieras casado, habrías sufrido muchísimo.

Claudia suspiró.

—Lo sé, así que soy bastante afortunada.

Después de charlar de unos temas más, el coche se detuvo en frente de la entrada del barrio de Claudia.

Ella se quitó el cinturón de seguridad, para luego decir:

—Gracias por lo de hoy, cuídate en el camino de regreso.

Pero Miguel de pronto la detuvo.

—Claudia.

Ella le miró inconscientemente.

—¿Qué pasa?

—¿Mañana por la noche, vamos al cine? —Miguel pregntó algo nervioso.

A pesar de que nunca había asistido a una cita a ciegas, Claudia sabía que era una señal de que quería dar el siguiente paso.

En realidad, ella no sentía ninguna insatisfacción sobre él, ni tenía motivos para rechazarlo. Pero, solo sentía que…

Al verla vacilante, Miguel lanzó una sonrisa:

—Está bien, puedes pensarlo en casa. Solo creo que lo pasamos bien hoy, y si estás dispuesta, podemos ver que pasa.

Claudia se mantuvo en silencio por unos segundos y luego mostró una sonrisa.

—Claro, por qué no.

Simplemente se decidió a intenatarlo, quizás ellos realmente encajen bien. De esto se trata las citas a ciegas, ¿No es así?

Miguel dijo con una expresión alegre:

—Pues vendré a recogerte mañana.

Claudia asintió la cabeza y abrió la puerta.

—Nos vemos mañana.

Después de bajar el coche, ella agitó la mano para despedirse. Cuando su coche se iba, ella dio la vuelta para entrar a su barrio.

Pero justo cuando regresaba, vio a Daniel sentado debajo de un árbol no muy lejos, mirándola con cara larga. Entonces, ella sintió que le daba un shock.

Observó a su alrededor, después de asegurarse de que solo ella estaba ahí, se rascó la cabeza con una expresión de duda.

«¿Por qué me mira de repente en tal forma? Como si ella hubiera hecho algo malo.»

Claudia no tenía intención de saludarl, así que solo desvió la mirada y siguió su camino.

Poco después, oyó unos pasos que venían desde detrás de ella, lo que significaba que alguien la seguía.

Al mitad de camino, de repente se dio cuenta de un problema.

«Es raro, ya me mudé, ¿por qué sabe dónde vivo ahora?»

Claudia se detuvo bruscamente y lo miró con expresión de recelo.

Capítulo 491: ¿Vas a darme mi regalo de bodas? 1

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