Mis Estrellas se Han Ido romance Capítulo 11

A solo un paso de distancia.

En ese momento, el corazón de Isabel, como un lago helado, se rompió violentamente en pedazos.

José, al caer desde tan alto, se deshizo literalmente ante sus ojos.

Los transeúntes se agruparon alrededor, gritando, vomitando, llamando a la policía.

Isabel parecía sorda a su alrededor.

El mundo se había convertido en una película muda para ella; no podía oír ni ver nada.

Lo único que veía era el cuerpo desfigurado de José.

Se quedó mirándolo durante mucho tiempo y de repente sonrió.

—Sabía que solo me querías a mí, preferirías morir antes que estar con alguien más.

La sangre corría por el suelo, pero a Isabel no parecía importarle. Se acostó junto al cuerpo mutilado de José.

Extendió la mano y tomó con suavidad la de él, fracturada y destrozada.

—Mira cuán brillantes están las estrellas esta noche, las miraremos juntos. José, ¿recuerdas? Te dije que eras la estrella más preciada de mi vida. Lo que dije era sincero...

Isabel, rompiendo con su habitual frialdad, hablaba sin parar.

La multitud alrededor crecía, y los murmullos aumentaban.

—El que saltó parece ser José, el actor que se retiró recientemente. ¿Y la mujer a su lado es la Presidenta Isabel de su compañía?

—¿No dicen que José era un amante secreto y que a la Presidenta Isabel le desagrada? Pero parece que lo amaba mucho, está tan afectada por su muerte que parece haber perdido la razón.

—Dios mío, ¿ven a ese que se acerca? ¿No es Javier? Pensé que él e Isabel eran pareja, estuve siguiendo su historia en redes sociales hace un rato.

—Qué desorden hay en el mundo del espectáculo...

—Dejémoslo, el muerto ya está muerto, dejemos que la policía maneje esto.

...

Javier se acercó tembloroso.

Al principio, al ver a José saltar, se llenó de emoción.

Solo quería arruinar la reputación de José, pero ahora que José estaba realmente muerto, ya no tenía que competir con él.

Pero la reacción de Isabel era aterradora.

La forma casi grotesca en que José yacía deshecho no parecía molestarla en lo más mínimo.

Ella simplemente se acostó a su lado, dejando que la sangre y los fluidos corporales la mancharan.

—José se ha dormido, encuentra a alguien para que lo levante y lo lleve a casa, pero con cuidado de no romperlo.

—Además, su cara está sucia, consigue a un maquillador para que lo arregle, quiero que se vea tan guapo como siempre.

—Y manda a hacer una cama de hielo; José necesita descansar bien.

Sergio quedó momentáneamente atónito.

—¿A qué esperas?

—Sí, presidenta Isabel.

Después de dar instrucciones, Isabel se agachó con una expresión tierna.

—José, espera un poco más, pronto iremos a casa.

Su José estaba enojado, por eso no le hablaba.

Pero ella lo había ignorado por Javier, tenía sus razones, y esa noche se lo explicaría todo.

Una vez que conociera la verdad, José seguramente la perdonaría y volvería a mirarla.

Seguro que sí.