El aire en el ascensor era sofocante hasta que finalmente la puerta se abrió con un clic.
"¡Achís!", Eliza estornudó al momento de salir y antes de darse cuenta, la fría brisa de la noche la hizo temblar de la cabeza a los pies, se veía ridícula parada frente a la entrada vestida con una pijama de conejo estampado de dibujos animados, llamando la atención de los peatones y con la esperanza de poder ocultar su atuendo, se abrazó a sí misma obligándose a caminar de una postura extraña hacia el estacionamiento y al dar unos cuantos pasos, alguien agarró su capucha por detrás y antes de voltear, todo se puso negro.
"Ponte esto", dijo Beau poniéndole una chaqueta encima de su cabeza.
"No la necesito. Estoy bien", mencionó Eliza apartando la chaqueta mientras observaba su espalda alta y ancha.
"Si te enfermas, los niños me regañarán", comentó Beau sin dejar de caminar.
Eliza apretó los labios mientras se ponía la chaqueta obedientemente y el olor a menta invadió su nariz abrumando sus sentidos. Por alguna razón, sentía sus mejillas calientes y como no había tráfico, Beau aceleró.
En el camino de regreso, de vez en cuando miraba por el espejo retrovisor desde el asiento trasero, la forma en que la que él se concentraba en la carretera parecía tan sexy y seductora que podía ver las líneas definidas de sus rasgos faciales. El corazón de Eliza dio un vuelco cuando notó lo atractivo que se veía y una cosa era segura: ¡Beau era 100 veces más guapo que Jay!
Llegaron a la villa, estacionó el auto en la puerta y sin expresión le dijo: "Tengo una reunión en la empresa, así que iré para allá. Te veré más tarde".
"¿Estás trabajando tan tarde en la noche?", preguntó Eliza con el ceño fruncido mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad.
"Hay diferencia de zona horaria en otros países", respondió Beau.
"Eres tan trabajador...", mencionó Eliza en un tono sarcástico.
Beau dijo con un tono magnético: "Bueno, si no asisto, estoy seguro que otros tendrán que esperarme hasta altas horas de la noche y todos son personas con familias, que también quieren volver a casa temprano".
Eliza sintió una mezcla de emociones, haciendo que su corazón se compadezca de él porque no esperaba que una persona de un alto estatus como Beau fuera tan considerado con los demás.
"Asegúrate de volver a casa temprano después de la reunión", mencionó Eliza preocupada mirándolo después de bajar del auto.
Beau estaba sorprendido porque no esperaba que Eliza se preocupara por él, hizo una pausa para procesarlo y desvió la mirada hacia ella para decirle: "Está bien, volveré tan pronto como pueda".
El motor del auto sonó nuevamente y antes que Beau acelerara, Eliza respiró hondo y dijo: "También… gracias por esta noche" .
La experiencia fue inolvidable, a pesar de resolver el problema un poco extraño, Beau pisó el acelerador y antes que ella se diera cuenta, ya estaba a varios kilómetros de distancia, ella suspiró al ver el auto alejándose porque no estaba segura si logró escucharla.
Luego una fría brisa sopló hacia ella y volvió temblar, al sujetar la chaqueta que cubría los hombros, sonrió tiernamente y pensó: "Es todo un caballero".
A la mañana siguiente, Beau estaba durmiendo a su lado cuando abrió los ojos, la luz del sol atravesaba las ventanas iluminando el rostro delineado y al dormir no parecía tan intimidante. Al ver sus ojeras, probablemente era porque recién acababa de quedarse dormido, Eliza se levantó de la cama y le puso una colcha encima. Después, fue a la habitación de la empleada a lavarse y en el desayuno, preparó algo para su esposo y ordenó a las empleadas que le sirvieran cuando se despertara.
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