Mis Tres Tesoros Más Preciados romance Capítulo 53

Resumo de Capítulo 53: Mis Tres Tesoros Más Preciados

Resumo de Capítulo 53 – Mis Tres Tesoros Más Preciados por Internet

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Eliza puso los ojos en blanco con fastidio. Su plan inicial había sido esconderse hasta que la mujer se fuera, pero ahora tenía que hacerle saber de su presencia. Se mordió el labio. Cuando Graciana empujó el tercer cubículo, Eliza se levantó y salió con sus cosas.

—Estoy aquí.

—Eliza, ¿por qué no me respondiste? —Graciana se acercó y le tomó la mano con preocupación—. Pensé que algo te había pasado.

Mientras hablaba, comenzó a jalar a Eliza para salir del baño, pero la mujer les bloqueó la salida agarrándole del brazo.

—¿Estuviste adentro todo el tiempo? —le preguntó a Eliza sin miramientos.

Eliza frunció el ceño y asintió con la cabeza. La mujer hizo una grotesca mueca con la cara, parecía que la odiaba.

—¿Escuchaste todo, entonces? —dijo mientras relajaba su cara y le sonreía.

—Si te digo que no, ¿me creerías?

La sonrisa se le cayó, obviamente nunca le creería. Eliza sacó la mano de Gracia de su brazo y le pidió que saliera primera. Su amiga comenzó a protestar porque, podía parecer tonta, pero hasta ella entendía la grave situación en la que se habían metido.

—Eliza, yo no puedo dejarte…

—Ve. —le susurró—. Yo me encargo de esto, lo prometo.

Graciana frunció el ceño y se quedó mirando a la mujer. Asintió con la cabeza y procedió a retirarse con rapidez.

—¡No creas que se escaparan tan fácilmente! —gritó, entrecerrando los ojos, volteó a ver a Eliza— ¡Me ocuparé de ti primero y luego, iré tras ella!

Se suponía que esta operación era completamente confidencial y ahora, dos mujeres sabían los detalles de ella. No le importaba quienes fueran, tenía que deshacerse de ellas. La mujer sacó un cuchillo que tenía guardado en su espalda.

—No me demoraré ni dos minutos contigo y luego saldré a buscas a tu amiguita —dijo con sarcasmo.

La mujer la estaba subestimando, no creía que Eliza con su pequeño cuerpo fuera una amenaza. Eliza se irguió y le devolvió la sonrisa.

—Quizás te sorprendas de lo que puedo hacer —dijo con frialdad y arremetió contra ella. Como la mujer no había pensado que Eliza podría reaccionar, no se protegió a tiempo y recibió dos puñetazos en el estómago. Mientras las dos mujeres peleaban adentro del baño, Graciana estaba a punto de llamar a la policía cuando un Maserati negro apareció frente a ella. Beau salió disparado de él.

—¿Dónde está?

En el momento en que lo vio, Gracia casi se cae al suelo del alivio. Señaló el baño, temblando.

—¡Eliza está adentro! ¡Una mujer nos amenazó de la nada!

Beau frunció el ceño y entró rápidamente. La imagen que encontró no le gustó para nada. Eliza estaba siendo aplastada contra una pared por una mujer vestida de negro. Esta sostenía un cuchillo a la altura del cuello de su esposa. Beau sintió la rabia hervir en sus venas.

—¡Déjala ir!

La mujer de negro se dio la vuelta y sonrió con manía.

—Te he estado buscando por todas partes, ¡este debe ser mi día de suerte! No sabía cómo te iba a sacar del hotel y ahora vienes a entregarte en bandeja de plata.

Eliza se quedó sin palabras y la mujer se rio a carcajadas.

—Todo el mundo dice que el señor Valentine es un psicópata al que le gusta torturar a su esposa. ¿Quién hubiera pensado que sería un romanticón? —dijo, divertida y con un brillo peligroso en los ojos—. ¡Pero da igual, porque dejarás de existir!

Después de decir eso, soltó a Eliza y corrió en dirección a Beau. Antes de que el cuchillo hiciera contacto con el hombre, un arma apareció en su frente. Sus ojos se abrieron de par en par. ¿Qué hacía Beau con una pistola? ¿Cuándo la sacó? Beau le quitó el cuchillo y lo tiró al piso.

—Siempre cargo con una pistola en mi cinturón —dijo, al ver su rostro lleno de confusión—. Cuando estaba hablando con mi esposa, lo saqué de mi abrigo y no te diste cuenta. ¿Alguna otra pregunta que quieras hacerme?

La mujer de negro se quedó helada y negó con la cabeza. Este hombre era aterrador. ¿Cómo podía estar tan tranquila? ¡Encima había usado a su esposa para distraerla!

Eliza, por su parte, estaba tan sorprendida como la mujer. Se acercó a Beau con cuidado y recogió el abrigo que se le había caído.

—Mejor me voy… —susurró bajito.

Ahora que la situación ya estaba controlada, no era necesario que se quedara y causara más problemas. Después de que Eliza se saliera, la mujer tembló mientras se quedaba a solas con Beau.

—¿Qué quieres?

—No mucho —dijo con una cruel sonrisa. Dio un paso atrás y soltó dos disparos. La mujer cayó al piso, gritando de dolor y con las piernas sangrando. Beau le había disparado en cada pierna.

—Sé que estás trabajando para alguien, así que no te mataré —dijo fríamente mientras guardaba el arma con calma—. Mi asistente ya llamó a una ambulancia. No morirás. Regresa y dile a la persona que te contrató que tenga más cuidado para la próxima.

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