-¡Lidia! -
Rosaría corrió rápidamente en esa dirección y vio a Lidia haciéndose un ovillo con la mirada desconcertada y temblando como una niña abandonada.
Ya no se veía nada fuerte, como lo que solía ser, e incluso parecía bastante frágil.
Rosaría la abrazó con fuerza, pero la empujó. Era como si hubiera entrado en un espacio sellado y no quería ni escuchar, ver, pensar, ni llorar.
Era como una muñeca rota, tratando de contener sus lágrimas y fragilidad.
-Lo siento, he llegado tarde. Lidia, soy yo. ¡Soy Rosaría! -
Cuando Rosaría quería volver a acercarse a su lado, Lidia de repente abrió la boca y la mordió en un brazo.
-¡Señora! -
-¡No nos vengas! ¡Estoy bien! -
Rosaría impidió acercarse a Mariano y dejaba morderla a Lidia. Sabía que lo estaba haciendo con objetivo de liberarse de la inseguridad y el miedo.
La sangre de Rosaría, poco a poco, fue despertando a Lidia.
De repente, la soltó.
-¿Te sientes mejor? -
La voz de Rosaría era muy dulce, hablaba con suavidad para no volver a sorprenderla.
Su muñeca está sangrando.
Al verla así, Lidia echó a llorar.
-Rosaría, ¡qué miedo tenía yo! Te llamé pero no me contestaste. Creía que me iba a abandonar. Ese bastardo me dejó allí sola. Soplaba el viento, además, hay tantas urnas funerarias por aquí, tengo miedo. ¡Qué asusto! -
Lloraba tanto que ni siquiera podía respirar.
Rosaría le dio unas palmaditas en la espalda para tranquilizarla, pero también escuchó la palabra "bastardo".
Ligeramente, entrecerró los ojos, y cuando Lidia llegó a tranquilizarse, la ayudó a ponerse de pie.
A Lidia casi se le entumecieron las piernas. Le dolía tanto que empezó a hacer muecas, olvidando lo temeraria que era ella misma.
Mariano se adelantó apresuradamente para echar una mano.
Por supuesto, Lidia lo recordaba. Así que al verlo, se sorprendió y preguntó en voz baja -¿Ha venido contigo Mateo? -
-No, está en el hospital. Le hicieron daño cuando trataba de salvarme -
Rosaría le explicó con brevedad.
Lidia estaba ligeramente aturdida. Parecía que no lo creía, ya que no esperaba que Mateo se hubiera ofrecido a correr tanto riesgo solo para salvar a Rosaría. Pero esta tampoco le decía mentiras.
Había de averiguar de nuevo a ese hombre.
No dijo más y siguió bajando apoyándose en Rosaría.
Pero había demasiadas escaleras, y ella no podía seguir así.
Mariano todavía recordaba lo temeraria que había sido Lidia la primera vez que la vio. Eso le hacía pensar que no era una chica ordinaria sino que, en realidad, era tan audaz como un hombre.
Sin embargo, viéndola tan débil, se ablandó el corazón y no pudo evitar lastimarla.
Dijo inconscientemente -Te llevo a cuesta. La señora Rosaría no ha descansado bien últimamente y no lo puede hacer. Parece que hay un centenar de escaleras más, temo que no puedas seguir bajando así -
Lidia no esperaba que Mariano hablara con ella y vacilaba en contestar.
Rosaría pensó y dijo -Deja ayudarte a Mariano, tiene razón -
Sabía que era demasiado débil para llevarla abajo.
Lidia asintió y dijo en voz baja -Muchas gracias -
-De nada. Soy un hombre. Es mi deber y placer -
Mariano sonrió y se agachó.
Era la primera vez que la llevaba a cuesta un hombre, así que Lidia se volvió un poco tímida. Aunque sabía era lo más apropiado, no pudo evitar sonrojar.
Rosaría se divirtió mucho al ver la escena.
A Lidia nunca le habían interesado los hombres, pero ahora incluso se veía tan tímida. ¡Qué raro!
Lidia se subió a la espalda de Mariano.
Este descubrió que era extremadamente delgada.
-¿Acaso no comes? -
Preguntó con indiferencia.
-¿Cómo? -
Lidia estaba ligeramente aturdida, así que llevó un buen rato entender su pregunta. Luego, negó con la cabeza diciendo -Soy muy sana. Si te parezco demasiado pesada, me dejas bajar para que pueda caminar sola -
-Quiero decir que eres demasiado delgada. Las chicas no tienen que tomar dietas, la salud es de primera importancia -
-Vale, vale -
Lidia no supo cómo responder.
Rosaría, con alegría, los vio hablar y también siguió bajando.
Con Lidia a cuesta, Mariano no podía caminar rápido. Además, tenía que prestarle atenciones también a Rosaría. Pero pese a eso, actuaba correcta y acertadamente.
Cuando llegaron a bajar al pie de la montaña, el auto de Mariano ya no estaba.
Mariano estaba un poco aturdido. Dejó bajar a Lidia, se quitó la chaqueta para desplegarla al suelo y le dijo a ella -Está bastante húmeda. Siéntate en mi chaqueta. Voy a buscar el auto, debe de haberlo remolcado el portero del cementerio. No tuve tiempo de estacionarlo correctamente al llegar -
Con eso, asintió le hizo un gesto a Rosaría y rápidamente se fue.
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