¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 309

Mateo frunció las cejas ligeramente e inconscientemente miró la pantalla del celular. Vio que Javier lo llamó.

Subconscientemente miró a Laura y luego deslizó la pantalla para contestar la llamada.

-Mateo, ven aquí. Hay algo mal con Anabel -

La voz de Javier no era alta, pero hizo que Mateo frunciera las cejas de nuevo.

-Ahora vengo -

Planeaba ir mañana, pero no pudo esperar que le hubiera sucedido algo con Anabel.

Laura preguntó a regañadientes -Papá, ¿te vas otra vez? ¿No puedes acompañarme, aunque estés enfermo? -

Estas palabras le dieron ganas de llorar a Mateo.

En realidad, realmente quería quedarse para acompañar a Laura, pero desafortunadamente el Dios nunca dejaba cumplirse su deseo.

-Cuando termine con mis asuntos y te recuperes la salud. Los llevaré a ti y a tu hermano a jugar, ¿vale? -

-¿De verdad? ¡No me mientas! ¡Serás malísimo si me mientes! -

Laura extendió rápidamente su meñique hacia Mateo.

-Está bien, el que te miente es el malísimo -

Mateo enderezó su meñique y el de Laura, haciendo el signo de promesa.

Laura estaba más feliz esta vez. Ella tomó la consola de videojuegos dejada por Eduardo y dijo -Mira, Eduardo hizo esto para mí. Papá, puedes darme un regalo más tarde -

-Está bien, ¿qué quieres? -

-Tengo que pensar. Todavía no lo sé -

Laura inclinó la cabeza y sonrió dulcemente.

Mirando la cara sonriente de su hija, Mateo de repente sintió que valdría la pena ofrecerle todas las cosas hermosas del mundo.

-Está bien, usted decide, mi linda. Te daré un mundo si lo quieres -

-¡Eres el mejor, papá -

Laura se apoyó en los brazos de Mateo para que la mimara. En este momento también entró Rosaría.

Tan pronto como entró por la puerta, vio que Mateo mimaba a su hija. No pudo evitar reír y preguntó -¿Qué están haciendo ustedes dos? -

-¡Mamá, papá dijo que me daría un regalo más tarde! -

-Pequeña avara, pides regalos todos los días -

Rosaría tocó la cabeza de la niña.

Laura sacó la lengua y sonrió maliciosamente.

Mirando el vigor de su hija, Rosaría se sintió contenta.

Mateo miró a las dos. Quiso decir algo, pero resistió a las ganas.

-¿Qué pasa? -

Rosaría notó con su perspicacia que Mateo tenía algo que decirle, entonces le preguntó.

Mateo dijo en voz baja -Javier me llamó hace un momento. Dijo que le pasó algo a Anabel y me pidió ir a arreglarlo -

Rosaría se quedó silenciosa por un momento. Obviamente, ella no esperaba que tal cosa sucediera.

-¿Voy contigo? -

Rosaría inconscientemente dijo.

Mateo asintió.

Pidieron a enfermeras especiales que cuidaran bien a Laura. Y se partieron hacia la casa de la familia Suárez.

Al llegar a la casa de la familia Suárez, Rosaría se sentía nerviosa. Especialmente cuando vio a Ada, no sabía qué hacer.

Ada estuvo emocionada cuando vio a Rosaría, pero todavía era capaz de controlarse.

-Hola -

La voz de Ada llevaba un rastro de emoción.

-Hola -

Rosaría de repente no supo qué decirle a Ada.

¿Ada? ¿O madre?

Nunca pensó que tendría otra identidad.

Cuando estaban en los Estados Unidos, los dos se llevaban tan bien sin importar la situación. Sin embargo, una vez que se revelaron sus identidades, Rosaría no pudo reencontrar aquella amistad que tenía con Ada.

Al ver esto, Mateo susurró -Quédate con la señora Ada por un tiempo. Voy a entrar para ver qué pasó -

-Vale -

Rosaría no tenía ganas de ver a Anabel.

Después de oír que Mateo había venido, Javier inmediatamente salió y lo saludó. Luego, con una expresión facial fea, llevó a Mateo a la mazmorra.

Rosaría se quedó allí rígida.

Ada miró a su hija, que estaba muy cerca de ella. Ella quería decirle algo, pero no sabía qué pronunciar.

No la había visto en más de veinte años, y ahora la tenía justamente frente. Tenía demasiado que decirle, pero no sabía cómo empezar.

Rosaría tosió y dijo -¿Dónde está la señora Verónica? -

-Descansando dentro. Su salud no ha sido buena últimamente. Acaba de conciliar el sueño. Puedes ir a visitarla después de que se despierte -

-Muy bien -

Rosaría se quedó en silencio de nuevo.

Ada miró la cara innatural de Rosaría y susurró -Ven y siéntate. No tienes que sentirte cohibida aquí. Es tu casa -

Capítulo 309: No quise culparte 1

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