La señora Lorena también se quedó aturdida.
Mateo frunció el ceño y preguntó -¿Cómo que llevó a Adriano a la compañía? -
-Adriano dijo que quería estar junto con Rolando. Entonces le dejó ir con él. No es la primera vez que lo dejó solo en la oficina -
Lorena soltó un suspiro.
Como Rolando aún no había regresado, ellos se sentaron en el sofá, esperando a que él volviera a comer juntos.
Rosaría pasó toda la mañana corriendo por todas partes. Se fingía no estar cansada, pero Mateo lo descubrió al instante.
-¿Quieres subir para descansar un rato? -
Al oírle hablar, la señora Lorena se asustó. Sólo hasta entonces cayó en cuenta de que Rosaría parecía cansada.
-Perdona por no dejar de hablar. Casi se me olvidó que acabas de dar a luz. Tienes que descansar más. Mateo, llévale a la habitación para descansar. Cuando Rolando regrese, os llamaré -
La señora Lorena ordenó.
-No te preocupes, mamá. Estoy bien -
Rosaría no quería subir, pero Mateo la levantó con sus brazos y la llevó a su dormitorio.
-¡Mateo! -
Rosaría se sentía mucha vergüenza.
Frente a la señora Lorena, ¿era pertinente un comportamiento como tal?
Sin embargo, como si no lo hubiera oído, Mateo entró a la habitación con Rosaría en sus brazos y la puso en la cama.
-Descansa. Has estado corriendo toda la mañana y también hiciste muchos ejercicios. Tienes que descansar ahora. Rolando no va a regresar tan pronto. Así que descansa -
Mateo sentía un poco culpable. Si hubiera sabido que almorzaría en la casa, no habría llevado a Rosaría al gimnasio.
Al ver lo agotada que estaba Rosaría, se sentía mal.
Rosaría quería decir algo más, pero al ver la mirada cariñosa de Mateo, no dijo nada más.
Pensaba, "Este hombre me ama de verdad, no puedo hacer que se preocupe por mí."
-Lo haré. Puedes bajar para acompañar a la señora Lorena -
-Está bien -
Mateo sabía que Rosaría estaba preocupada por Lorena, por eso le dijo que sí.
Al ver que Mateo estaba de acuerdo, Rosaría cerró los ojos.
Quizás por el cansancio, se quedó dormida muy pronto.
Mateo cogió la manta y la cubrió. Mirando la tranquila cara dormida de Rosaría, frunció un poco el ceño.
Se quedó allí un rato y luego bajó enseguida.
La señora Lorena aún estaba estudiando la vasija para lavar los pies, lo cual sorprendió a Mateo.
-Mamá, ¿por qué estás estudiando esta? -
-Es bastante bueno -
Lorena dijo sonriendo en silla de ruedas. Parecía que a ella le gustaba mucho este regalo.
-La compró Rosaría. No sabía qué te gusta. Compró esto porque es buena para la salud -
Mateo no pudo evitar decir algo a favor de Rosaría.
Lorena sonrió y dijo -Rosaría es una buena nuera. De todos modos, ella es mucho mejor que tú -
-Mamá -
Mateo estaba un poco avergonzado.
No esperaba que Lorena se volviera así en el último mes.
-Iré al extranjero y buscaré un experto para curarte los pies -
-No lo hagas. Si Dios quiere que me levante, lo haré tarde o temprano. Si Dios quiere que yo pase el resto de mi vida en la silla de ruedas, me resignaré. Por cierto, ¿qué dijo la familia Suárez? Ha pasado tanto tiempo, ¿por qué aún no ha celebrado la ceremonia? -
Al escuchar lo que dijo Lorena, Mateo frunció el ceño.
-Ha pasado una cosa -
-¿Qué es? -
Lorena inmediatamente se puso nerviosa.
Mateo le dijo a Lorena lo que pasó a Marta y a la señora Verónica.
-¿Está loca esa anciana de la familia Suárez? Prefiere a una mujer con quien no tiene relación de parentesco a su propia nieta. Dile a la familia Suárez que si no quiere aceptar a Rosaría, la aceptamos nosotros. En el futuro, incluso si nos ruega que la devuelva, no la daremos -
Lorena estaba actuando como si fuera una niña.
Al ver que Lorena estaba tan amable con Rosaría, Mateo sonrió y dijo -Le dije lo mismo -
-¡Buen trabajo! La nuera de nuestra familia no puede ser tratada así. Esa Marta, fue ella quien persiguió a Rosaría en los Estados Unidos, ¿verdad? -
-Sí -
-¿No te importa que le maltrataran a tu esposa? -
Mateo no se atrevió a mirar la mirada reprobadora de Lorena.
-Mamá, a Rosaría aún le preocupa la relación entre Marta y la señora Ada -
-¿Y tú? No tienes nada que ver con Marta. Le trataron a tu esposa de esa manera y aún pudiste estar quieto. ¿De verdad eres un hombre de nuestra familia? -
La señora Lorena le ironizó.
Mateo sentía mucha vergüenza.
-Es que -
-Deja ya. ¿Dónde estabas cuando tu esposa fue maltratada? No creo que seas tan amable hasta no querer hacer nada a una zorra quien insultó a tu esposa. Si no puedes hacerlo en público, ¿acaso no puedes hacerlo en secreto? -
Cuanto más hablaba la señora Lorena, más enojada estaba. Incluso le dio ganas de darle unas patadas a Mateo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡No huyas, mi amor!