Lidia también se aturdió.
-¿Qué quieres decir? -
-No, es que, ¿no han secuestrado a Laura? ¿Tienen alguna noticia de ella? ¿Cómo pudo Mateo irse de la Ciudad H en esta circunstancia? ¿Será alguna emergencia? Pero no he oído hablar de eso -
Mientras Javier hablaba, Lidia frunció el ceño.
-¿Qué es exactamente lo que vas a decir? -
Viéndola un poco irritada, Sara se apresuró a hablar.
-Bueno, hablaremos de eso más tarde. ¿No quieres que cuide a Rosaría? Entremos -
Al escuchar las palabras, Javier también se volvió ansioso.
-¿Qué pasó con ella? ¿Qué está pasando? -
-Señor Javier, no estás invitado. Te aconsejo que no entres a la fuerza, ya que Rosaría no quiere ver a ninguna persona de tu familia. Puedo adivinar la razón por la que has venido. Solo te puedo decir que Rosaría no se encuentra bien, y si realmente la respetas, no la obligues a hacer lo que no quiera. Tu madre la dejó decepcionada, ¿acaso quieres hacer lo mismo? -
Aunque intentó suavizar su voz, sus palabras le dieron vergüenza a Javier.
Ahora era aún más inapropiado para él entrar para pedir a Rosaría a ir a su casa.
Sin embargo, si tenía que irse ahora mismo, estaría muy preocupado.
-Bueno, no voy a entrar. Os espero aquí. ¿Me podréis contar sobre su situación cuando salgáis? Después de todo, soy su tío. Ahora que Mateo no está, tengo que saber lo que está pasando con ella -
La expresión cuidadosa de ese hombre hizo que Lidia cambiara de actitud.
-Si quieres esperar, hazlo. Sin embargo, no puedo garantizar que Rosaría nos permita decírtelo. También es posible que no logres ninguna información -
-Está bien -
Javier se volvió muy modesto como si no fuera ese señor superior.
Sara lo miró, quería decirle algo, pero al ver a Lidia, se lo detuvo.
Las dos mujeres entraron en la casa.
Nuria estaba muy alegre de que viniera Lidia. Además, estaba con una médica, se volvió aún más cordial.
-¿Es usted la médica? Mi Rosaría no está bien. Su padre y yo quería llevarla al hospital, pero ahora está aquí usted. ¡Muchas gracias! -
Sara se sorprendió de su actitud.
-No se preocupe, señora. Solo he venido para echarle un vistazo. Mi marido es también médico y amigo del señor Mateo. Antes de irse, el señor Mateo me dijo que tendría que pasar por aquí para cuidar de su salud -
-Sí, sí, sí. Mateo es muy considerado, entra, por favor -
Al saber la relación entre ellos y verla acompañada de Lidia, Nuria se precipitó a indicarles el camino.
Después de entrar, Sara las siguió hasta la habitación de Rosaría.
Cuando abrieron la puerta, la vio descansando. Probablemente estaba bien dormida, así que no las escuchó.
Nuria quería despertarla, pero se lo detuvo Sara.
-No es necesario, señora. La acompañamos la señorita Lidia y yo. Le haré un examen detallado, no se preocupe -
-Muchas gracias a usted -
Nuria asintió con la cabeza y se fue para prepararles algo de postre.
Viéndola tan pálida, Lidia dijo preocupada -Solía dormir ligeramente. La despertaría cualquier ruido, pero ahora -
-Eso les pasa a las mujeres débiles. Duermen mucho, pero descansan mal. Mira sus ojeras, parece que no ha dormido bien recientemente. Además, está tan preocupada, y eso le está haciendo mucho daño en el cuerpo. La veo muy débil, vale, despiértala-
Viéndola así, Sara, como mujer, la simpatizaba.
Rosaría se había cuidado bien en el mes cuando sufrió el aborto, pero después de ese período, no había descansado lo suficiente. Estaba muy débil ya.
No esperaba que se encontrara tan mal, así que al ver su situación, Sara sintió que sería mejor despertarla de inmediato.
Por lo tanto, Lidia la despertó.
Rosaría estaba dormida, así que seguía en las nubes cuando vio a Lidia.
-¿Cómo que has venido ahora? -
-¿Estás confundida? ¿No me llamaste? ¿Te sientes mejor? ¿Por qué tus reglas te hacen tan débil? -
Lidia la ayudó a sentarse.
Rosaría reaccionó de repente.
-Bien, bien, bien. ¡Vaya! Estoy desmemoriada -
Sonriendo, se dio cuenta de la existencia de una extraña.
-¿Es usted? -
-Esta es Sara Blanco, médica del Hospital Militar y esposa de Ernesto. Fue Mateo quien la mandó hasta aquí -
Rosaría se quedó un poco embarazosa por lo que le dijo Lidia.
-Doctora Sara, lo siento, no lo sabía -
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