Escuchando sus palabras, Eduardo detuvo por un momento y dijo en voz baja -Sé que eres sincero con mi madre, entonces protegerás también a Mateo por ella, ¿cierto? -
De repente Víctor se quedó callado.
-Hombre, sinceramente no me gusta nada tu padre, y te confieso que de tu madre estoy enamorado, si le pasa algo a tu padre, estaré contento. ¿Cómo es posible que lo salve yo? -
Dijo Víctor sin importar lo que pensara Eduardo. De todos modos, él todavía quería a Rosaría.
-Sé que mi madre es una mujer encantadora pero del que está enamorada es mi padre -dijo Eduardo tranquilo.
En vez de Mateo, lo llamó padre en este momento.
-¿Entonces qué? No se sabe ni siquiera su paradero. Si la acompaño a tu madre todos los días, quizás me volverá a amar porque las mujeres necesitan los cuidados especiales, sobre todo en los momentos más frágiles de su vida. Además, con lo guapo que soy, no me rechazará -
Escuchando sus palabras, Eduardo se sintió de pronto incómodo.
"Nunca había visto a una persona tan narcisista como él."
-Está bien si no lo salvas, ¿pero están bien tus brazos?-dijo Eduardo.
-¿A qué te refieres? -
De repente Víctor se puso nervioso.
-Pues he agregado un poco polvo de pimiento en tus medicinas. Sabes cómo será la consecuencia cuando se mezcla con tu herida -dijo Eduardo en un tono relajado.
-¡Maldito seas! Dijiste que me diste para agradecerme por haber salvado la vida de tu madre. ¡Qué cabrón eres! -
Lo gritó Víctor enojado.
"¡No me extraña que sea hijo de Mateo!"
"¡Son los dos tan astutos como zorros!"
-No te miento, que te lo di para expresar mi agradecimiento, y funcionará, pero un poco lento y de manera un poco exagerada. Podré sacar tus fotos cuando lloras por el dolor para luego publicarlas por Internet, así gustará a muchas chicas que las comprarán a un alto precio -dijo Eduardo en un tono tranquilo.
-¡Eduardo González! ¡Te mato! -
Se quedó Víctor muy deprimido.
Nunca había pensado que lo habría jodido un chico de apenas cinco años.
-Ahora dime, ¿lo salvas o no? -sonrió Eduardo con las miradas triunfantes.
-¿No te dará miedo si lo mato en secreto? -
-No lo harás -
Dijo Eduardo en un tono firme.
-¿Y eso por qué? -
-Porque no te va a gustar verla a mi madre quedarse afligida -
De repente Víctor se quedó callado.
"¡Maldito!" Pensó Víctor, "Que me maniobra bien imponente que ni siquiera podré desobedecerlo."
-¿Eres un niño de cuatro años? -
-¿Y tú eres un joven de veintenas años? -
Lo miró Eduardo con los ojos llenos de desprecio que lo podría hacerse loco.
"No podré seguir hablando con él, o me moriría en sus palabras." Pensó Víctor.
-Dime entonces, ¿dónde está Mateo? -
-No lo sé exacto porque en el mapa no existe -
Apenas escuchó sus palabras, Víctor se quedó aún más enojado.
-¿Me estás bromeando? ¿Por qué debería ser yo quien lo salvo si tienes muchos parientes en la familia? Pregunta a Mario. ¿Por qué me pides ayuda? ¿Cómo buscarlo sin saber la ubicación? -
Se lo dijo Víctor casi a gritos.
-Él está ocupado en trabajo estos días, ni siquiera me puedo encontrar con Adriano debido a que lo acompañó a la empresa casi todos los días. Por cierto, sabes que alguien dejó escapar a Cecilia, que según mi parecer, no se debe al descuidado -
Lo miró Víctor con los ojos bien asombrados porque hablaba como un adulto.
"¡Un niño increíble!"
-Escúchame, siendo tú un niño, deberías divertirte con otros niños, no te metas en los líos complicados que los resolverán los mayores -
-Si os hubierais todos comportado mejor, no me habría metido tampoco en los líos -suspiró Eduardo.
Escuchando sus palabras inadecuadas a su edad, Víctor se quedó desalentado.
"Hablar con él es como sufrir el dolor de cabeza."
-Vale, entonces ¿cómo podré llegar al lugar donde está tu padre? -
-Lo he marcado en un mapa con detallada información y lo he guardado en tu celular. Según la indicación, podrás llegar ahí -
Apenas terminó sus palabras, Víctor se levantó saltando.
-¿Cuándo usaste mi teléfono? -
-Nunca lo he usado. Fue Mateo que lo usó antes y yo lo ubiqué después, de ahí te lo envié todo -
Mientras se lo explicó Eduardo con tranquilidad, Víctor se quedó rígido de estremecimiento.
"¿Son demonios los dos?"
-Pero estáis violando mi derecho de privacidad porque lo hacéis sin mi permiso -
-No seas tan serio, Víctor. No me interesan nada las fotos de guapas que guardas en el celular, porque no quería ser castigado por Jesús -
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