¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 536

«¡Se acabó!».

Víctor había sido un mujeriego toda su vida, pero nunca pensó que acabaría en este mugriento lugar donde nadie conocía.

Víctor no pudo evitar un suspiro de desesperación al ver cómo los puñales se acercaban a su pecho.

Justo cuando los puñales tocaron la ropa de Víctor, y estaban a punto de clavar, se detuvieron violentamente.

Víctor se asombró y levantó la cabeza para ver a Mateo mirándole con mucho dolor, como si se estuviera conteniendo algo de manera insoportable.

—¡Sal!

La voz de Mateo estaba teñida de una pizca de ronquera.

—¡Sal conmigo! Le prometí a Rosaría que te llevaría de vuelta.

Con eso, apretó la mano de Mateo.

Mateo se agarró la cabeza y susurró:

—No puedo irme ahora, tampoco serviría de nada que salga, vete primero. ¡Vete!

—No, no me importa lo que te haya pasado, tengo que sacarte de aquí. No te preocupes, ahí fuera está Ernesto, sea lo que sea lo que te pase, te puede curar. Ven conmigo, Rosaría no puede esperar más. No sabes lo que ha hecho el cabrón de tu hermano.

Mientras Víctor y Mateo tiraban entre ellos, finalmente llegaron los guardias de seguridad.

—Vamos a acabar con ellos primero.

Mateo se separó de Víctor y atacó a los hombres recién llegados.

Víctor no se atrevió a demorarse y junto a Mateo comenzaron a atacar.

La niña salió corriendo, y cuando se encontró con un guardia de seguridad que trató de detenerla en el camino, sacó el pase que Víctor le había dado.

El guardia de seguridad lo miró y luego la dejó ir.

La niña no se atrevió a demorarse, sabiendo muy bien que se dirigían hacia Víctor y Mateo; sus pasos solo se detuvieron por un instante, luego echó una ojeada, y después corrió hacia el exterior.

—¡Rápido! ¡Atrapen a la niña! ¡No dejen que se escape! —Alguien gritó, pero la niña huyó despavorida.

«¡No puedo dejar que me atrapen!¡De ninguna manera!».

Tal vez fuera porque conocía bien el lugar, la niña sabía orientarse genial.

Los guardias se dirigieron hacia la niña, que tenía la habilidad de escaparse, y aunque casi la atraparon en muchas ocasiones, ella salió de estas.

La puerta estaba a la vista y la niña se alegró un poco, pero entonces los otros ya habían empezado a bajar la puerta de seguridad.

La cara de la niña cambió al instante.

En cuanto se cerrara la puerta, no podría salir aunque tuviera superpoderes, pero Mateo y Víctor seguían esperando su rescate.

Apretando los dientes y empleando toda su fuerza, la niña se lanzó y rodó por el suelo en el momento en que la puerta estaba por tocar el suelo.

Con un golpe, la puerta separó al guardia y a la niña en dos mundos.

La niña miró el cielo estrellado y respiró profundamente.

«¡Por fin soy libre!».

Las lágrimas cayeron de sus ojos.

La niña se limpió la cara con el dorso de la mano, miró hacia atrás, hacia la puerta caída, luego se dio la vuelta rápidamente y echó a correr.

No sabía dónde estaba el Hotel Real y como no podía hablar, tuvo que tantear el camino y finalmente vio el nombre del Hotel Real justo cuando se acercaba el amanecer.

La niña por fin mostró una sonrisa.

Entró corriendo, sólo para ser detenida por la seguridad.

La niña intentó explicarse, pero no podía hablar, así que estaba muy ansiosa.

—¡Lárgate! Este es el Hotel Real, un hotel de cinco estrellas, ¡no es un lugar para que venga una mendiga como tú! ¡Fuera, fuera!

El guardia de seguridad desalojó a la niña.

La niña balbuceó algo, tratando de expresarse, pero sin tener éxito.

El guardia se burló y dijo:

—No sólo eres una mendiga, sino también una muda, venga, ¡piérdete o te daré una paliza!

Con eso, también extendió la mano como si fuera a golpear a la niña.

Pero la niña, sin ningún tipo de miedo, intentó entrar a fuerzas, pero sus fuerzas eran demasiado pequeñas y fue agarrada del pelo por el guardia.

—Realmente te buscas una paliza, ¿no?

El guardia levantó la mano en señal de exasperación.

La niña se agarró la cabeza, no le importaba recibir una paliza si pudiera entrar.

En ese momento, sonó una voz clara:

—¿Qué estás haciendo?

—¡Gerente Sofía!

Cuando el guardia vio quien venía, se mostró muy respetuoso y, en consecuencia, soltó a la niña.

La niña miró a la que venía y era una mujer muy hermosa.

—¿Qué está pasando?

Sofía echó un vistazo a la niña y no le dio mucha importancia.

El guardia se apresuró a decir:

—Gerente, esta mendiga es muda e insiste en irrumpir, solo la estoy echando.

—Ah, pues date prisa y deshazte de ella. Tenemos gente entrando y saliendo en todo momento, no asustes a los clientes.

Sofía se dirigió al interior.

En ese momento la niña tiró del abrigo de Sofía, balbuceando algo.

Sofía frunció ligeramente el ceño.

Su ropa era toda de firmas de lujo y de edición limitada, y ahora que la niña le tiraba con sus manitas sucias, no pudo evitar enfadarse un poco, pero sus buenos modales le impidieron arremeter en el acto.

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