No más palabras romance Capítulo 131

Hay algunas cosas en mi vida que pensé que no haría alguna vez. Estar en una cafetería esperando por Abby, es una de esas cosas.

No es que ella insistiera demasiado, en cierta forma ella me ha respetado en cuanto a espacio y tras apenas un par de correos hace unas semanas, decidí que más que hacer esto por ella, lo hago por mí. Porque soy fuerte y puedo enfrentar mi pasado sin derrumbarme, y quiero un cierre.

Quiero un cierre que me permita avanzar hacia un futuro.

Observo mi mano. Ya no está vendada y he comenzado mis terapias de rehabilitación. Tres de mis dedos casi no duelen ya al moverlos, pero son mi índice y pulgar en los que el progreso parece tan mínimo que apenas si puedo moverlos y duele al hacerlo, no me miento y el doctor tampoco lo hace, yo sé que esos dos dedos no volverán a funcionar de manera correcta, viviré con ello y no me detendré.

Tomo mi café y doy un leve sorbo, está amargo, pero los sobres de azúcar parecen no encontrar su camino a mi mesa y honestamente tengo este leve caso en el que no quieres moverte y solo te quedas con la vista en un punto indefinido pensando en todo y a la vez en nada.

—Lamento llegar tarde, Paul.

Alzo mi vista encontrándome con Abigail. Ella saca su bufanda y toma asiento frente a mí. Sus mejillas están sonrojadas y todos esos rasgos juveniles solo se acentuaron para hacerla una mujer hermosa, sin embargo, yo en ella aún puedo vislumbrar a quien consideré mi Abby.

Aclaro mi garganta y asiento con la cabeza, ella me da una leve sonrisa.

—No te preocupes, yo llegué demasiado temprano—digo—. Estoy algo acelerado sobre terminar con esto.

—Lo entiendo y quiero pedirte disculpas de antemano, pero él quería venir.

— ¿Quién? — pero aun así yo intuyo saber de quién se trata.

Y lo confirmo cuando ella escribe algo en su celular y segundos después Craig entra. Su hermano. Quien fue mi verdugo, quien incluso se rió la primera vez que intenté suicidarme diciendo que los gordos ni siquiera eso podían hacer bien.

Mi cuerpo se tensa e instintivamente mis manos quieren cerrarse en puños, razón por la que una de mis manos siente un dolor terrible que me recuerda que esta no es una pesadilla recreando al adolescente de mis perdido y con demasiado dolor para soportar.

Es real.

Lo veo acercarse a paso lento y me sorprende tanto descubrir que ahora que somos adultos de hecho yo luzco más alto que él, incluso cuando él es más fornido. Me asombra no temer, solo está la chispa de impotencia de saber que años atrás ésta persona me torturó hasta romperme.

— ¿Puedo sentarme?

—Ahora eres cortés—no puedo evitar dejar escapar la ironía en mis palabras—. Puedes.

Si voy a cerrar el pasado, entonces lo haré totalmente.

Él toma asiento y se hace un largo silencio incómodo en el que ocupo los segundos dando un sorbo a mi café que ya parece estar enfriándose con rapidez. Veo de Abigail a Craig, es un poco chocante estar reunidos con ellos luego de tantos años.

Y es un tanto chocante que estudié en el mismo lugar que Craig por años y es la primera vez que no escucho insultos o recibo maltratos de su parte al estar en el mismo lugar.

—Es bueno verte, Paul—hago una mueca—y lamento si ese es un mal comienzo para la conversación.

—No esperaba verte, Craig.

»Honestamente, yo preferiría si esto comenzara, es un poco...Alterador estar haciendo esto y no es que me encante.

—Estoy metiéndome en un tiempo que Abby se esforzó en conseguir contigo, pero creo que después de tanto tiempo es justo para ti obtener algo de mí—comienza él y une sus manos—. Un lo siento no va a eliminar todo lo que hice, los recuerdos o consecuencias de ello, pero realmente lo lamento.

»Sé que yo no era un chiquillo, que era un adulto joven de dieciocho años con conciencia del daño que estaba haciendo, no puedo explicar el odio que habitaba en mí ni la ira, de hecho fueron años después que comprendí y acepté que debía tratar con mi problemas de ira. Veo atrás, al daño que te hice, la tortura, las burlas, y me avergüenzo, yo mismo me volví mi pesadilla.

—Supongo que teníamos eso en común.

Mis palabras hacen que pase las manos por su cabello antes de finalmente verme con fijeza y es un choque notar todo ese arrepentimiento y vergüenza en sus ojos. No sé qué hacer con eso.

—Una vida nunca me alcanzará para disculparme por el daño que te causé, mi propia conciencia me recuerda cada día cómo te llevé a tus decisiones, cómo me empeñé en hacerte miserable. Honestamente, Paul, siempre fuiste un buen chico y yo solo me aproveché de tus inseguridades para esconder las mías, quise jugar a ser el más fuerte y no asimilaba que yo era un monstruo.

»Soy papá y cuando veo a mi hijo yo solo pienso en cómo me sentiría si alguien lo tortura de la manera en la que yo lo hice contigo, y hace que mi estómago se revuelva. Me asquea saber que yo hice que tus padres pasarán por algo tan horrible como ver a su hijo apagarse porque yo nunca quiero ver el mío así. Y me horroriza imaginar que mi hijo pudiera sentirse torturado del modo en el que yo te hice sentir a ti. Cuando intento inculcarle valores solo me siento tan mal de nunca haberlo entendido a tiempo, de haber dejado que todo llegara tan lejos.

—Dijiste que te alegrabas—no puedo callar el resentimiento—. Que te alegrabas de que quisiera darle fin a mi miseria, pero que te decepcionaba que ni siquiera eso lo hiciera bien. Tú me rompías una y otra vez, te encargabas de hacer los trozos más difíciles de unir. De destruirme.

»Nunca tendrás idea de lo horrible que es sentirte asqueado de tu propia piel. Sí, era un niño obeso, pero amado y cuando me volví tu objetivo tú me hiciste olvidar cualquier amor que hubiera recibido hasta el momento, me enseñaste a odiarme, me hiciste verme a través de tus ojos. Nunca me importó no ser delgado hasta que comenzaste a torturarme. Tú lo estás imaginando si le pasara a tu hijo, pero la verdad es que nunca sabrás lo que me hiciste, lo que sentí, cómo marcaste a mi familia.

Mis ojos se humedecen y los suyos también, y me hace sentir impotente que sienta consideración de él, porque es padre e imagina lo horrible que fue para mí. Me hierve la sangre el saber que no lo odio del todo porque en cierta manera me guio a ser la persona que soy hoy en día, pero me quema que duela recordar todo el daño que recibí de su parte.

Veo a Abby y ella está derramando lágrimas mientras observa a su hermano.

Cap. 131: Me lo merezco. 1

Cap. 131: Me lo merezco. 2

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras