Cuando nos detenemos frente al edificio donde Edgar vive, lo primero que noto son las risas y luego la música sonando en uno de los autos. Elise es la primera en bajar, yo la sigo.
— ¡Edgar!
Mientras ella corre como niña en Disney, Edgar expulsa el humo del cigarrillo que se encuentra fumando. Camino a paso lento notando las personas de las que se rodea, supongo que es del auto de uno de sus amigos de donde sale la canción.
No me imaginaba a Edgar del tipo de amigos rudos, pero la vida siempre está dispuesta a regalarnos sorpresas y no todas de ellas destinadas a ser agradables.
Cuando estoy lo suficiente cerca noto el inconfundible olor a marihuana.
Esto cada vez se pone más bonito, al menos compruebo que Edgar solo está fumándose en un estacionamiento un cigarrillo, no necesito sacar a otro hermano de la cárcel, no creo estar dispuesta a hacerlo.
— ¿Por qué no contestaste el teléfono?
— ¿Qué hacen aquí?
—Tu pequeña hermana casi se lleva un árbol, además de ser una exhibicionista que llevaba a un pasajero con los pantalones y bóxer abajo.
—Elise no tiene auto.
—Bueno, eso no le impidió destruir uno.
—No tienes que ir y contarle a todo el mundo. Suficiente con que tu revolcón lo sepa, puedes irte. Ya estoy con Edgar.
—No creas que solo te vas a ir y ya. Vas a pagarme cada bolivar que pagué en tu fianza, no voy a contribuir a tu destrucción.
— ¡Oh, por favor! Tienes que estar bromeando.
—No me ves riéndome.
— ¡Tienes un montón de dinero!
—Y no por eso debo salir de mi casa y pagar la multa de una estúpida niña ebria jugando a la chica mala.
—Por Dios Elisabeth, ella solo es una adolescente como cualquier otra divirtiéndose.
— ¿Divirtiéndose? ¿Y por qué no contestaste tu teléfono para ir a ayudar de su diversión? Oh, cierto ¡Porque tú también estás divirtiéndote!
— ¿Cuál es tu jodido problema? — grita Elise, me giro hacia ella— ¡Te arruiné tu follada! Pero ¿Y? como si no consiguieras a otro con solo chasquear los dedos. No te hagas la santa cuando todos sabemos lo que eres.
—No te...
—Solo ve y haz lo que seguro haces siempre. Follar con cualquiera y conseguir ser la estrella.
De verdad ni siquiera tengo que pensarlo, corto la distancia que nos separa y lo próximo es que su rostro se gira con fuerzas hacia la derecha cuando le doy una gran bofetada que espero deje un recuerdo.
—A mí me respetas. Soy tu hermana mayor y te acabo de salvar de la cárcel, tu actitud berrinchuda me tiene cansada. Guárdate tu numerito y si tanto tienes a tu salvador Edgar, entonces que te ayude con la matrícula de la universidad.
»No vuelvas a contar con mi apoyo, simplemente no puedo ayudar a alguien quien carece de saber lo que es agradecer y educación. Se tienen entre ustedes y eso es suficiente castigo. Y a la próxima me encargaré de cerrar mi mano, para darte un buen puñetazo por ser tan ponzoñosa. Y vas a pagarme cada bolivar que gasté hoy en tu culo inservible al menos que quieras ser demandada.
—No...
—Me cansé de ser la hermanita buena dando sus mejillas para que la golpeen. ¿Quieren ser unas basuras? Perfecto, entonces voy a tratarlos como tal.
Me doy la vuelta y logro apenas un par de pasos antes de chocar contra el cuerpo de Paul. Alzo mi vista para observarlo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras