— ¿Qué tanto me amas, papá? — pregunto con mi mayor sonrisa, lo cual por supuesto trae un gran ceño fruncido al hombre gruñón que está abotonándose muy mal una camisa de cuadros.
— ¿Qué hiciste Elisabeth?
—Ah, te pregunto por tu amor por mí y todo lo que consigo es que no me llames Eli. Soy tu Eli.
— ¿Qué hiciste?
—Puede que me haya quedado un poquito salado el pollo, pero lo hice con amor y quizás se me pasó un poquito el arroz. Pero es que estaba respondiendo unos correos del trabajo.
Por largos segundos permanecemos en silencio y luego él hace la cosa que sucede muy pocas veces. Ríe, ríe de esa forma tan pesada y ruidosa que he escuchado toda mi vida. Eso me hace dibujar la más grande de las sonrisas porque cuando consigo hacerlo reír me siento como la mejor persona del mundo.
—Elisabeth Laurette, me extraña que no incendiaras la cocina ¡Todos sabemos que no sabes qué hacer en una cocina!
— ¡Papi! No hables así de mis esfuerzos.
—No pienso comer el desastre que hayas hecho. Te amo hija, pero no hay manera de atravesar tu comida.
—Hieres mis sentimientos, quiero que lo sepas— me acerco y deshago los botones de su camisa para abotonarlos de manera correcta
—Entonces ¿Pido una pizza?
—Por favor y deshazte de tu desastre.
Río y beso su mejilla antes de volver a la cocina. Ruedo mis ojos viendo a Estorbo ser el mismo perro perezoso de siempre. No quiero botar la comida, nunca me ha gustado hacerlo, por lo que cuando cocino yo me como lo que papá llama desastre. Así que guardo la comida en recipientes para precalentar, ya obligaré a mis muchachos. Rayan y Sabrina serán los primeros por aun estar siendo dolores de culos molestos entre sí.
Ordeno la pizza. Tomo mi carpeta con el cronograma de entrevistas para la semana que viene, hay dos de ellas en las que debemos trasladarnos a la casa de los entrevistados. Muerdo el lapicero mientras tomo mi libreta para comenzar a elaborar las preguntas.
—Uhm, Carla no es muy reconocida por lo que debo pensar hacia dónde dar mi enfoque—murmuro para mí misma, el timbre suena y frunzo el ceño porque dudo mucho que el repartidor de pizza sea así de rápido.
— ¿Esperas a alguien papá? — cuestiono al llegar a la sala, hace una mueca.
—Que graciosa eres Eli.
Ignoro su humor usual y como no espero que alguien nos venga a atacar abro la puerta sin siquiera ver, me sorprendo encontrando a mis hermanos.
Me recuesto del marco de la puerta mientras me cruzo de brazos.
— ¡Vaya! Miren nada más lo que el viento trajo ¿Vienen a vender algo? ¿A charlar de Dios? ¿Ropa usada?
—No es gracioso, Elisabeth—se queja Elise.
Observo a mi hermana menor de 19 años. Es engreída y prepotente, a veces siento que el nombre no va con su personalidad y sé que es así porque siempre fue la más consentida de mis padres, la niñita a la que si se caía medio mundo se ponía en movimiento para levantarla.
—Entonces ¿Nos das un saludo y nos dejas entrar a nuestra casa o qué?
—pregunta Edgar acomodando sus lentes de fórmula. Siempre un cegatón, pero atractivo para las chicas.
Irónico que consideren este su hogar cuando son incapaces de venir a ayudar a papá.
Me acerco y les doy un abrazo breve, los amos, pero creo que una parte de mí se aísla de ellos porque su actitud no es tolerable ni comprensible para mí. Sé que me excluyen de su hermandad. Sé que a veces coinciden entre ellos y nos dejan a nosotros de lado.
Cierro la puerta y los observo saludar a papá que solo los mira con fijeza.
Apuesto a que está igual de sorprendido que yo de que esta vez vinieran un mes después de la última visita. Muy amable de su parte.
Los dejo y vuelvo a la cocina para preparar mis preguntas. Recibo un mensaje de Dexter sobre cómo soñó que me había pellizcado la nalga justo antes de ir a bailar con Sabrina
"Consigue a quien coger. Es tu frustración sexual hablando Dexter"
"Uhm... pero cogí hace poco.
¿Y si es que estoy épicamente enamorado de ti y de Sabrina?
Estaríamos destinados a tener una relación, los tres."
No puedo evitar reír fuertemente, intercambiar mensajes con Dexter o Harry, es de las cosas más divertidas que se pueden hacer.
"Investiga en que países es legal que nos casemos los tres y compro mi vestido.
Haré que mi lencería esté combinada con la de Sabri"
"Trato hecho. Lo estoy googleando amor de mi vida."
Vuelvo a reír mientras dejo mi celular y una pregunta viene a mi cabeza, rápidamente la escribo, pero capto la presencia de Elise.
—Se ve más delgado— se queja.
—Es porque hay días en los que no quiere comer.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras