Novia del Señor Millonario romance Capítulo 118

Resumo de Capítulo 118: Novia del Señor Millonario

Resumo de Capítulo 118 – Novia del Señor Millonario por Internet

Em Capítulo 118, um capítulo marcante do aclamado romance de amor después del matrimonio Novia del Señor Millonario, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de Novia del Señor Millonario.

Bella

"Soy yo", respondí. "¿Puedo preguntar quién eres?" Pensé que la mujer había venido para arreglar el pago, así que le sonreí.

Sin embargo, ella no respondió. En cambio, se puso frente a mí con un aire muy arrogante y, pese a que llevaba gafas de sol puestas, podía sentir sus ojos mirándome de arriba a bajo, examinándome.

Al darme cuenta de esto, tuve un mal presentimiento, pero antes de que pudiera analizar la situación para actuar con cautela, la mujer volvió a hablar. "¿Tú eres Bella?"

"Sí", respondí. "Puedo..."

De repente, la mujer levantó su mano y me abofeteó. Ni siquiera me dio tiempo para terminar lo que iba a decir.

El sonido de la bofetada hizo eco en la oficina. La mujer se había movido tan rápido que no me dio tiempo para reaccionar ni esquivar el golpe.

Sentí mis rodillas débiles y me tuve que apoyar contra una pared para mantenerme de pie. El dolor en mi mejilla era punzante.

La mujer había usado mucha fuerza para abofetearme. Tanto así que me había dejado mareada. Vi a mi alrededor y noté que mis colegas habían visto lo que acababa de pasar, sin embargo, aunque veía que abrían la boca, no podía escuchar lo que decían.

Me toqué el oído y me di cuenta que algo andaba mal con mi sentido de audición.

De inmediato, miedo se extendió en mi corazón.

Sacudí mi cabeza con fuerza, pero fue en vano. No podía escuchar nada.

Levanté la mirada y vi que Amy parecía estar diciendo algo. Luego vi que Selina traía a algunas personas con ellas y que se comportaba de manera muy amable con la mujer que me había golpeado, que me miraba con desdén.

Por su parte, Selina tenía una sonrisa de satisfacción.

Nunca la había visto así.

Tal vez... la mujer que me había golpeado era Vivian, la novia de Klein.

Tan pronto como la mujer caminó hacia mí, Selina se me acercó y empujó a Amy, que me estaba ayudando a mantenerme de pie.

Al mismo tiempo, Vivian seguía caminando hacia mí, haciéndome retroceder hasta chocar contra una esquina.

A pesar de que veía que estaba moviendo la boca, yo todavía no podía escuchar nada de lo que me decía.

"No importa por qué lo hayas hecho, no tienes derecho a golpearme", me defendí.

Aun así, no podía oír lo que ella me estaba diciendo.

¿Me había quedado sorda?

De pronto, Selina me empujó. ¿De qué estaba hablando? ¡No podía oír nada!

Había varios trabajadores detrás de Vivian, y ellos también estaban moviendo la boca.

¿De qué estaban hablando?

¿Qué podía hacer ahora que no escuchaba nada?

Me sentía muy indefensa. Era como un velero perdido en medio del océano, sin saber adónde ir.

Quería alejar a Selina y a Vivian de mí, pero por su actitud, era obvio que ellas no me iban a dejar ir tan fácilmente. Cada vez que daba un paso adelante, ellas me detenían y me bloqueaban el camino.

Supuse que todos me estaban maldiciendo y justo cuando estaba a punto de quebrarme por la desesperación y la impotencia, un hombre apareció y apartó a Vivian de mi camino.

Era Klein. Por fin había llegado.

Lo vi como un salvador, ya que era el único que podía ayudarme en esa situación.

"¡No puedo escuchar nada!" Grité, haciendo un gran esfuerzo.

Aunque, de repente, mi voz había sido demasiado alta, puesto que todos se quedaron mirándome.

No había sido mi intención gritar tan fuerte, pero como no podía escuchar nada, había entrado en pánico.

Sentía mucho miedo de lo que podía pasarme si nunca más volvía a escuchar.

Al escucharme, Klein caminó hacia mí de inmediato.

Vi que me estaba diciendo algo, sin embargo, no podía escucharlo. "No puedo oírte, no puedo oírte..." Repetí varias veces.

De pronto, Klein cogió mi mano y me sacó de la oficina.

Aunque el personal médico me estaba examinando con instrumentos que estaban muy fríos, yo seguía sin poder escuchar nada. Solo podía darme cuenta de la situación al mirar lo que hacían.

No obstante, el personal médico tenía mascarillas quirúrjicas puestas y no tenía idea de lo que estaban diciendo ni tampoco podía oír el sonido de los instrumentos, solo podía sentir que estos eran fríos cuando hacían contacto con mi cuerpo.

Por fortuna, Amy había venido con nosotros y se había quedado conmigo todo el tiempo. Sentir que su mano sostenía la mía me reconfortó un poco.

En el pasado, había sufrido mucho y había pasado por muchas dificultades, y siempre había sido fuerte. Nunca había estado tan nerviosa como hoy.

Estaba muy asustada. ¿Qué pasaría si nunca recuperaba el sentido de audición? ¿Qué pasaría si me quedaba sorda de por vida?

No volvería a oír la voz de mi madre, no volvería a escuchar música y, obviamente, tampoco podría comunicarme con las personas. Ni siquiera podría escuchar las bocinas de los autos al cruzar la calle.

Dios mío, en realidad me había vuelto sorda. ¿Qué debía hacer de ahora en adelante? ¿Qué pasaría con mi trabajo? ¿Cómo podría mantener a mi madre y a mi hermana?

Después de terminar todas las pruebas, Amy me ayudó a salir de sala de ultrasonidos.

Al vernos, Klein se me acercó y me habló. Se veía muy ansioso.

Lo vi abrir y cerrar la boca, pero solo pude negar con la cabeza, ya que no escuché nada de lo que me dijo.

En ese momento, una ráfaga de viento sopló y, cuando volteé a ver qué pasaba, vi una figura con un saco negro, subiendo las escaleras.

Era Herbert. Él había venido.

Sostuvo mi hombro y mi corazón se llenó de calidez.

Pese a que no podía escuchar lo que estaba diciendo, me quedé mirándolo con el ceño fruncido y una expresión de ansiedad.

Herbert estaba preocupado por mí.

O, por lo menos, se había enterado de lo que había pasado y había venido al hospital a toda prisa.

Traté de decir algo, pero incluso tras abrir la boca varias veces, no podía decir ni una sola palabra.

Ahora entendía por qué las personas que eran sordas también se volvían mudas. Era porque no podían escuchar el sonido de sus voces y tampoco podían controlar su volumen y su tono.

O tal vez estaba tan nerviosa que no podía decir nada.

Histórico de leitura

No history.

Comentários

Os comentários dos leitores sobre o romance: Novia del Señor Millonario