Novia del Señor Millonario romance Capítulo 120

Novia del Señor Millonario Capítulo 120

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Bella

Como no podía escuchar nada, Herbert y yo tuvimos que usar nuestros teléfonos para comunicarnos.

Nuestras expresiones eran muy serias mientras tipeábamos y leíamos nuestros mensajes.

Este método de comunicación era muy útil y hacía las cosas más fáciles. Comparado con el pasado, cuando solíamos decir lo que estábamos pensando en el momento, ahora nos tomábamos un tiempo para pensar antes de tipear y no heríamos los sentimientos del otro.

Pronto, la enfermera entró a la habitación con el desayuno.

Aproveché para entrar al baño y lavarme las manos. Al mirarme al espejo, no pude evitar fruncir el ceño.

La persona en el reflejo tenía la mejilla completamente hinchada y se veía muy demacrada.

Toqué mi rostro, sin poder creer lo que estaba viendo.

No había tenido mucha suerte ahora último, ya que me habían golpeado varias veces en tan solo unos días. Sin embargo, nunca me imaginé que terminaría en el hospital a causa de esos golpes, y mucho menos que perdiera la audición.

Suspiré y me lavé los dientes antes de volver a la habitación. Al entrar, vi que Herbert seguía ahí. Me estaba esperando.

Señaló la comida sobre la mesa y, con la mirada, me hizo saber que era hora de comer.

Asentí y me senté en la cama. Herbert puso la bandeja en la mesa plegable y empecé a comer. De pronto, se me ocurrió una idea y señalé la mesa y luego a Herbert, dándole a entender que quería que comiéramos juntos.

De hecho, lo estaba invitando a comer solo por cortesía, ya que la comida era muy ligera y no tenía mucho sabor. Al fin y al cabo, estábamos en un hospital y no podía darme el lujo de esperar que la comida fuera deliciosa. Aun así, sabía que Herbert era una persona muy especial y, por lo que sabía de él, no creía que aceptara la invitación.

No obstante, contra todo pronóstico, Herbert se acercó a la cama y se sentó frente a mí. Incluso se tomó la leche que estaba sosteniendo. Le di uno de mis huevos y parte de mi sandwich. Tal vez él tenía mucha hambre.

A pesar de que Herbert se comió la mayor parte de mi desayuno, no se había enojado conmigo. Yo estaba pasando por un momento muy difícil y me sentía vulnerable, y nunca me hubiera imaginado que él se quedara a mi lado y que se hubiera peleado por Klein por mí.

La mirada en los ojos de Herbert era muy gentil y caló muy hondo en mi corazón.

Cuando levantó la vista, tras terminar lo que quedaba de mi desayuno, nuestros ojos se encontraron.

Avergonzada, bajé la cabeza y fingí limpiar la mesa con una servilleta.

Mi corazón empezó a latir a mil por hora. Era imposible controlalrlo.

Sentía como si algo me estuviera golpeando el pecho constantemente y mi cara empezó a calentarse.

Herbert me estaba tentando. Me tapé la cara con las manos y tuve que recordarme que no debía perder los estribos. No podia sucumbir ante su amabilidad.

Ya habíamos sido marido y mujer una vez, y habíamos terminado divorciándonos.

Tenía que ser más racional y no caer en la tentación.

No quería volver a pasar por todo el dolor que pasé cuando estuvimos juntos.

Bajé la cabeza sin mirar lo que estaba haciendo. Seguía pretendiendo que estaba limpiando la mesa, pero la verdad era que no estaba segura si lo estaba convenciendo.

¿Él me seguía mirando?

Me sentía muy nerviosa y no podía levantar la mirada para ver si Herbert había apartado sus ojos de mí.

Después de dudarlo por un momento, reuní todas mis fuerzas y lo miré, ya que pensé que si no lo hacía, mi corazón iba a explotar.

Sin embargo, Herbert ya no me estaba mirando. En cambio, estaba haciendo una llamada al lado de la ventana.

Como no podía escuchar nada, no sabía con quién estaba hablando ni qué estaba diciendo.

Me paré y empecé a ordenar los platos, para llevarlos al baño y lavarlos.

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