Resumo de Capítulo 83 – Uma virada em Novia del Señor Millonario de Internet
Capítulo 83 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de Novia del Señor Millonario, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura amor después del matrimonio, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.
Bella
Miranda dijo que Herbert había venido a explicarme lo que había pasado y que estaba mostrando vulnerabilidad, pero yo no vi ningún rastro de eso.
Por el contrario, Herbert me había insultado.
Estaba convencido de que le había sido infiel cuando, en realidad, Hank y yo solo éramos amigos.
En cambio, su relación con Caroline era muy ambigua y era obvio que eran más que amigos. Ni siquiera se molestó el explicarme cuál era su verdadera relación con ella.
Si no podía explicármelo, eso significaba que me lo estaba confirmando.
Hace un rato, él estaba en el centro comercial, comprando un anillo de bodas con Caroline, pero ahora me estaba diciendo que él no tenía intenciones de divorciarse de mí y me estaba echando la culpa de ser yo la que quería el divorcio.
¿Qué es lo que pretendía hacer? ¿Quedarse conmigo y seguir viendo a Caroline? ¿Yo seguiría siendo su esposa y Caroline sería su am*nte?
No, eso era imposible.
Ya que estaba sumida en mis pensamientos, no le hice caso a Miranda y no fui tras Herbert. Solo dejé que él se fuera.
No bajé a comer por el resto del día y me quedé en cama llorando.
De hecho, mientras más lo pensaba, más quería aceptar la sugerencia de Herbert de no volver a encontrarme con Hank, si eso significaba que no terminaría divorciándose de mí y seguiría viviendo conmigo.
Estaba enamorada de Herbert. Era obvio que no quería divorciarme de él.
Después de todo, ninguna mujer querría dejar ir a su amado esposo.
Sin embargo, Herbert nunca me había mencionado que terminaría su relación con Caroline.
Reprimí mis sentimientos y decidí tomar decisiones basándome solo en la lógica y la racionalidad. No podía dejar que mis emociones se interpongan en mi vida de esta manera. Sobre todo cuando Herbert no me amaba y cuando la única que saldría perjudicada sería yo misma.
Aun así, esa solo era una idea. Mi autoestima nunca me permitiría aceptar las condiciones tan ridículas que Herbert me impondría. Nunca toleraría compartir a mi esposo con otra mujer. Esa era la conclusión a la que llegué después de pensarlo por mucho tiempo.
A las ocho de la mañana siguiente, llegué a la oficina de divorcios y esperé a Herbert para firmar los papeles.
El clima de hoy era sombrío, el cielo estaba lleno de nubes grises. Se parecía mucho a mi estado de ánimo en ese momento.
Me había puesto un abrigo negro y me había maquillado un poco, para ocultar mis ojos, rojos e hinchados, aunque eso fue en vano.
Herbert todavía no había llegado, así que me senté a esperarlo, mirando el reloj en mi muñeca. Ya habían pasado cinco minutos. Herbert siempre era muy puntual, no tenía idea porqué se estaba tardando.
De pronto, una figura. alta y elegante, entró desde la sala principal y, detrás de él, como de costumbre, estaba Connor.
El rostro de Herbert estaba lleno de frialdad y su abrigo de piel negro era muy largo. Además, tenía una pequeña barba en el mentón, que mostraba su encanto masculino.
Me di cuenta que me estaba mirando e inmediatamente bajé la cabeza. Mi corazón estaba hecho un lío, pero no quería que él viera el pánico en mis ojos.
Mi autoestima no me permitía mostrar mi tormento y mi tristeza ante él.
"Señora Wharton", Connor dijo, acercándose a mí. "¿Consiguió el número de espera?"
Al escuchar esto, me sentí perdida y confundida. Nunca me había divorciado y no sabía qué hacer. Negué con la cabeza.
"Entonces iré a buscarlo". Connor dijo antes de irse.
En ese momento, Herbert dio un paso adelante. "¿Qué es lo que quieres? Preguntó en voz baja. "Puedes decírmelo ahora".
Al escuchar esto, lo miré y entendí que pensaba que yo quería dinero. Me empezó a doler el corazón. ¿Por qué pensaba que era tan despiadada? ¿Por qué creyó que yo aceptaría su dinero?
"Herbert, escúchame", dije con firmeza, levantando la barbilla. "Lo único que quiero es que no me molestes ni me busques, no quiero nada más".
A pesar de que había dicho eso, solo yo sabía que la verdad era otra. No obstante, frente a su actitud y sus frías palabras, no podía mostrar debilidad. No podía dejar que me menospreciara.
Herbert
Me tomé mi tiempo para entrar en la oficina de divorcios.
Aun así, no esperaba que Bella llegara antes que yo. ¿Estaba tan ansiosa por divorciarse de mí?
Cuando la vi, me di cuenta que no se veía muy bien. Tenía los ojos rojos e hinchados.
Aproveché que Connor se fue a buscar el número de espera para acercarme a ella
Quería que me pidiera una gran suma de dinero. De hecho, quería que me pidiera algo que no pudiera aceptar, para poder retrasar el divorcio.
Sin embargo, Bella parecía determinada. Ella solo quería distanciarse de mí y no quería que la buscara, de ahora en adelante.
Al darme cuenta de esto, sentí rabia e impotencia. Yo era el sucesor de la familiar Wharton y tenía mucha autoestima.
Como Bella se había mostrado indiferente, yo no podía mostrar mi resistencia al divorcio. "¿Quién te crees que eres?" Pregunté con frialdad. "No te preocupes que no te molestaré".
Sin más ni menos, ya nos habíamos divorciado.
No obstante, incluso si tenía el certificado en mano, todavía no podía reaccionar.
De ahora en adelante, ¿Bella y yo ya no seríamos marido y mujer?
Cuando me di cuenta de esto, me empezó a doler el pecho...
Bella
Herbert y yo acabábamos de divorciarnos.
Al meter el certificado de divorcio en mi bolso, sentí que este pesaba mil kilos.
Pensaba que después de firmar los papeles, mi corazón se sentiría más ligero, pero ahora parecía que estaba más pesado que nunca.
Herbert bajó las escaleras y subió a su auto sin decirme una sola palabra.
Bajé las escaleras tras él, aunque iba más lento y, justo cuando estaba a punto de buscar un taxi, Connor se me acercó.
"¡Señorita Stepanek, por favor suba al auto!" Me djio.
"Tengo que ir a casa a sacar mi maleta", respondí. Como ya no era la esposa de Herbert, tenía que irme lo más antes posible de su casa. Por fortuna, ya había empacado mis cosas la noche anterior.
"El señor también se va a casa", Connor anunció. "Está en el camino. Por favor, suba".
"No, creo que mejor me quedo aquí y espero un taxi". Dije.
"Señorita, se va a ir de la casa del señor, ¿no le parece que lo mejor sería que se fuera cuando él esté presente?" Me preguntó.
De inmediato entendí lo que Connor estaba insinuando. Entonces, Herbert quería ver cómo me iba para asegurarse que no me estuviera llevando nada valioso de su casa.
Sentí las lágrimas acumularse en mis ojos. ¿Él me veía como esa clase de persona?
Suspiré, conteniendo mis lágrimas y me subí al auto. Estaba molesta y deprimida.
Pero en vez de sentarme en el asiento trasero, me senté en el asiento delantero, junto a Connor.
Si al salir de la oficina de divorcios, todavía tenía un rastro de afecto por Herbert, ahora lo había empezado a odiar. Entonces él también era un idiota, como todos los demás. No era diferente a mi exnovio.
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