¡Papá compró una humana! romance Capítulo 17

En los últimos meses que había permanecido en esta manada, el invierno finalizaba pero mis tetas dejaron de congelarse hasta hace un par de días. Entrenar con Chase siempre era divertido, pero no cuando apenas sentía mis dedos.

Por fin la jodida primavera comenzaba a sentirse.

El dolor de mi tobillo había estado mejor gracias a que tenía citas semanales en la clínica y, además de ponerme un montón de buenas medicinas para el dolor, tenía fisioterapia que me ayudaba a relajar los músculos. Incluso habíamos estado hablando de que me podrían operar, pero eso era en un futuro distante cuando mi deuda con Bastian estuviera saldada. Necesitaba dinero para poder mantenerme mientras descansaba de la operación; el futuro parecía brillante.

-No eres divertida. – Dijo Chase la siguiente vez que lo arrojé lejos de mis piernas en su forma de cachorro. - ¿Se puede llamar entrenamiento si solo te limitas a arrojarme sobre un montón de naturaleza muerta?

-Lo es. Hace un mes ni siquiera te levantabas después de tres o cuatro caídas como esas; recuerda que el señor Fred decía que no solo la fuerza es necesaria en una pelea. Tu resistencia, agilidad y astucia pueden ser la clave entre la vida o la muerte.

-Solo dime que te gusta arrojar a tiernos cachorros para tu diversión, sería mejor. – Murmuró con un puchero.

-Ciertamente, si eres adorable. – Dije yendo hacia él para alborotarle el pelo. – No soy la única que lo piensa.

-Si te refieres a las cachorras de mi salón, no es así como me ven. – Dijo resoplando. – Me miran porque en un futuro gobernaré sobre la manada de mi padre, no porque me encuentren… encantador.

-Yo creo que eres lindo. – Dijo Amanda desde la puerta. Le gustaba ver nuestros entrenamientos.

Le había preguntado si quería unirse los primeros días pero ella decía que una señorita no se podía ensuciar las manos tan temprano por la mañana.

-Gracias, Mandy. – Dijo el cachorro apartando la vista avergonzado.

Oculté una sonrisa.

Sabía que Chase estaba encaprichado con la loba; incluso habló con Edson sobre la posibilidad de mudarse con nosotros por los próximos meses. Al Beta no le importaba, así que solo hablaron con el Alfa.

Tonta de mí, pensaba que el cachorro quería estar conmigo… pero no, como cualquier macho sin importar la edad, hace cosas lindas únicamente cuando se esta pretendiendo a una chica.

¿Por qué seguía yo también en casa de Edson?

Porque el segundo trabajo que acepté fue el de llevar y recoger a Amanda de la escuela, ayudar con el aseo de la casa y asegurarme de que todos aquí estuvieran alimentados.

Edson me pagaba bien, me daba una cama, tres comidas al día y la posibilidad de ir a mis consultas en la clínica cuando lo necesitara. Por supuesto que me sentía cómoda con el arreglo.

Así que Edson tuvo que modificar el cuarto de Amanda para que ambas durmiéramos ahí mientras Chase ocupaba el cuarto de huéspedes. Nunca había dormido en una cama tan agradable.

-Bien Chase, ve a darte el baño más rápido del mundo. Debemos estar en la escuela en media hora o Edson se molestará conmigo otra vez.

-Pero nunca hemos llegado tarde, no entiendo por qué se molestó el señor Edson aquella vez.- Dijo mientras limpiábamos nuestros zapatos en la entrada.

-Porque mi turno comienza técnicamente antes de que ustedes estén felizmente sentados en sus pequeños escritorios. – Dije divertida. – Corre.

-¿Por qué no simplemente nos llevas en brazos? – Preguntó Amanda sirviendo el cereal del cachorro.

Por alguna razón, a ella le gustaba alimentar a Chase. Tenía algunas sospechas pero nadie pidió mi opinión y no era mi asunto, así que yo los dejaba interactuar como quisieran.

Cupido, ese era mi segundo nombre.

-Porque solo soy una humilde humana sin fuerza en estos brazos. – Dije señalando la flacidez de mis músculos solo para enfatizar el punto. – Siéntete libre de pedirle a Edson que pase por nosotros y nos cargue a los tres.

-Eso sería divertido. – Dijo asintiendo. – Yo puedo ir sobre sus hombros y él te puede llevar en brazos.

-¿Y Chase? – Pregunté divertida.

-Puede ir contigo o puede colgarse a una de las piernas de mi tío. – Dijo dando saltitos.

-Me parece bien, si no quisiera que los cachorros se sujetaran de sus piernas como monos, no debería de tenerlas tan largas. – Dije solemne. – Recuerda mencionárselo más tarde.

-¡Lo haré!

-¿Qué harás? – Dijo el susodicho entrando por la puerta.

Anoche no había regresado a dormir, suponía que estaba muy ocupado el pobre lobo.

-Decirte que tienes piernas y que debemos sujetarnos como monos de ellas. – Dijo Amanda con una sonrisa enorme.

-¿Qué?

Yo reí fuertemente ante su cara confundida.

-No intentes entender. – Dije rodando los ojos. – Queremos que nos lleves cargando hasta la escuela porque nos cansamos mucho.

-¿A los tres? – Preguntó dirigiéndose al refrigerador. – O, dulce Madre, ¡Hay comida!

-Por supuesto que hay comida, esta casa ha dejado de ser de un soltero mujeriego. – Dije dándole un golpe amistoso al pasar por su lado.

-De haber sabido que me gustaría tanto ser un lobo de familia, me hubiera emparejado antes. – Dijo sacando las sobras de la comida de ayer y oliendo mi famosa pasta. – M****a, olvídate del trabajo. Tengo ahorrado buen dinero, emparéjate conmigo y cocina tus delicias solo para mí.

-¿Son ochocientos cincuenta mil? – Pregunté curiosa.

-Unos cientos menos, esa gran y bonita televisión que tú y los cachorros disfrutan no fue precisamente barata.

-Bueno, consigue más cientos de dólares y podría pensármelo. También necesitas un baño más amplio.

-Y una bañera más amplia. – Dijo Amanda pensativa. – Queremos una de esas.

-Si, queremos una de esas.

-Con shampoo que no huela a macho.

-Whoa, pensándolo mejor, creo que no necesito un compromiso tan serio. – Dijo con una carcajada.

-Pues no te comprometas, solo dale a la cachorra un shampoo que huela a chica. – Dije divertida.

-No puedo sentirme bonita si huelo a ti. – Dijo arrugando la nariz la cachorra. – Así nunca podré encontrar a un macho al que le guste.

-¿Cuándo cambió esta conversación sobre mi emparejamiento al tuyo? – Preguntó Edson curioso.

-Todos saben que estás soltero porque quieres. – Dijo la cachorra rodando los ojos. M****a, no me voy a reír. – Yo estoy soltera porque huelo a chico.

-¡Tú estás soltera porque ni siquiera tienes edad para caminar a la escuela sola! – Dijo Edson negando con la cabeza. - ¿Por qué el repentino interés sobre una pareja?

-Tengo que comenzar a pensar en el futuro porque ustedes los machos no lo hacen.

Con eso tomó su mochila y salió de la casa.

Edson y yo observamos en silencio la puerta.

-¿Qué acaba de pasar?

-Te acaban de dar una probada de lo que será la dulce adolescencia. – Dije con cara seria. – Yo diría que tienes que conseguir cosas que huelan a mujer más pronto que tarde.

-Eso veo. – Dijo con un gruñido antes de suspirar derrotado. - ¿Supongo que tú no querrías…?

-Te costará el doble. Y quiero dinero extra para ropa.

-Me vas a matar, mujer.

-No, Amanda lo hará. – Dije estirando la mano para que me diera dinero.

Lo hizo, pero no estaba muy feliz.

Después de eso, lamentablemente el Beta bastardo no nos quiso cargar hasta la escuela.

Por más que Amanda y yo le hicimos pucheros en la puerta, no dio su brazo a torcer así que nos fuimos arrastrando los pies hasta que estuvimos fuera de su vista.

Dejé a los cachorros en su salón con un último abrazo y me dirigí hacia la oficina de la señorita Anabel; ayer me había pedido que la viera temprano porque quería discutir un asunto conmigo.

Solo esperaba que no fuera por el pequeño incidente en el baño cuando recibí un mensaje del tipo diciéndome que tenía que llevar a otro par de cachorros a casa; grité "bastardo explotador" solo por diversión porque en realidad no me molestaba.

Lamentablemente en ese momento un grupo de lobeznos pasaba por ahí y durante el resto del día variaciones de "bastardo" comenzaron a circular entre los cachorros. Si, la hora de la salida fue bastante divertida, así que quizá ya habían descubierto que yo era responsable.

Toqué a la puerta suavemente reuniendo mil y una explicaciones poco creíbles sobre lo que pasó ayer.

-Adelante.

Capítulo 17. Una clase especial 1

Capítulo 17. Una clase especial 2

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