Bastian.
-… no pueden venir. ¿Estás seguro de que no podemos contratar humanos? Esto sería mucho más rápido. - Dijo Rowan sentándose enfrente de mi escritorio provisional.
Yo solo le gruñí. Ni siquiera me dignaría en responder a eso.
Si no fuera por el padre de Clarissa y nuestro estúpido contrato, ni siquiera estaríamos aquí discutiendo sobre obreros humanos.
-De acuerdo. Jodidos humanos, estúpidos humanos… ¿Por qué m****a siguen respirando? – Dijo bromeando mi Beta.
-No estoy de humor, Rowan. – Dije cortando su m****a. – Pide apoyo a la siguiente manada, la construcción de la Casa de la Manada es nuestra prioridad.
-Si, Alfa. – Dijo Rowan distraídamente. - ¿Algo más?
-¿Ya ha regresado la partida de búsqueda?
-Hace unos veinte minutos. No la han encontrado. – Dijo sacando su móvil y mirando algo ahí. – La ciudad humana es enorme, nos tomará un par de semanas investigar a fondo para su ubicación.
-¿Alfa Frederick?
-Sigue perdido. Nuestros rastreadores hacen lo que pueden pero está utilizando su…
-Bien, avísame si hay algo nuevo. ¿Qué hay de los lobos que tienes en interrogación?
-Ninguno ha hablado. Uno de ellos mordió su lengua por la noche y ha muerto desangrado.
Yo volví a gruñir y mandé lejos a mi Beta.
Trabajé con algunos documentos antes de darlo por terminado y cerrar los ojos. Ahí ya estaba Rose para atormentarme; Rose y su hermoso cabello negro que brillaba cuando la luz lo tocaba. Rose riendo con mi hijo en su habitación mientras su timbre musical llegaba a cada rincón de la Casa de la Manada. Rose mirándome de frente y sin miedo aunque yo estuviera gruñendo por un jodido día de m****a. Rose diciendo en mi cara que era un bastardo gilipollas.
Abrí los ojos porque de nada me servía atormentarme. Había mandado lejos a mi pareja humana creyendo que Rowan la dejaría a salvo con los de su especie; todo estaba bien planeado: Él la dejaría en un pequeño apartamento que había comprado a su nombre y ahí estaría esperando una carta en la que le aclaraba… todo.
Pero no; los jodidos lobos de otra manada tenían que venir aprovechando que el padre de Clarissa había convocado una reunión en la que era obligatoria mi presencia.
Jodido Luca, era tan arrogante que estaba seguro de que la información sobre mi partida y la manada temporalmente sin un Alfa había salido de algún lobo de su manada. ¿Cómo sino atacaron en el momento justo?
Regresé tan rápido como pude y ni siquiera me sentí mal cuando Luca me dejó un mensaje diciendo que me subiría los intereses de mi deuda si no llegaba en las próximas horas.
Ciertamente no me arrepentía de haber contraído esa deuda, fue un medio para un fin: Encontrar a mi hermana.
Hace siete años mi hermana había sido secuestrada; en ese momento mi manada no contaba con los recursos necesarios para hacer una investigación a fondo. ¿Por qué? Por el simple hecho de que había tenido que desafiar a mi padre a muerte por el puesto y… era complicado.
Mi padre no había sido un buen Alfa, de hecho, mi padre no tenía por qué haber sido Alfa. Él ganó el puesto solo porque se aprovechó de que el Alfa Frederick se encontraba de duelo por la pérdida de su pareja humana.
Nadie se había esperado que nuestra Luna muriera de repente de una extraña enfermedad estando embarazada. Ese fue el comienzo de la campaña sucia que mi padre había tomado como bandera para solicitar un duelo: Alfa Frederick había permitido que el linaje muriera solo porque prefirió a su pareja humana destinada.
No fue difícil convencer a algunos lobos inconformes. Así que el día que enterramos a nuestra Luna, mi padre retó a un duelo por el liderazgo al Alfa Frederick. Ni siquiera duró cinco minutos esa pelea; mi padre insultó, denigró y escupió sobre el recuerdo de nuestra Luna para desconcentrar al Alfa, y esto fue lo que causó finalmente su derrota.
Después de eso no supimos mucho del Alfa Frederick ya que mi padre lo desterró; la manada quedó a su cargo y se encargó de llevar a la quiebra a todos los miembros mientras que él se regodeaba y cenaba cenas dignas de cualquier rey humano.
Yo nací poco después de que él se alzara como Alfa; nunca supe quién había sido mi madre porque nadie en la manada lo sabía y mi padre jamás me lo dijo.
-Tener una pareja es una complicación ridícula. – Decía cuando se hartaba de mis preguntas. – Si no fuera porque necesito un jodido heredero, te hubiera echado a la calle al igual que a la zorra oportunista de tu madre.
El linaje de un lobo, a diferencia de los humanos, es innegable desde el momento del nacimiento ya que el nuevo cachorro lleva durante su primera infancia los aromas mesclados de los padres. Así es como sabía que no era cualquier bastardo que había adoptado por capricho.
Crecí aislado aprendiendo a ser el siguiente Alfa en la línea mientras mi padre llevaba a la m****a el legado que se suponía sería para mí.
Entonces una noche cuando tenía alrededor de 7 años, dejaron en la puerta a un pequeño bebé. Bueno, no exactamente lo dejaron, sino que una humana pudo llegar hasta nuestra puerta a pesar de múltiples heridas en su cuerpo para finalmente colapsar y morir con un bebé en brazos.
Desperté solamente porque mi padre se encontraba gritando. Para cuando bajé a toda prisa, mi padre olía y maldecía el pequeño bulto llorón que había arrancado del cadáver de su madre.
-¡Que me condenen! Jodida humana estúpida, quedó embarazada…
Fue entonces que notó mi presencia y gruñó en mi dirección.
-Encárgate de esto. – Dijo extendiéndome a mí al bebé. – Debo de despertar a algunos lobos para que limpien este desastre.
Yo me apresuré a tomar al bebé en brazos aunque no tuviera ni una jodida idea de cómo cargar a uno. Entonces me alejé rápidamente temiendo que papá soltara su ira contra nosotros.
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