¡Papá compró una humana! romance Capítulo 70

Noa.

-El Beta Edson y el Alfa Bastian se han ido, señor. – Dijo Emerson.

Yo suspiré. Lobo demente, elevaría algunas oraciones a Nuestra gran Madre para rezar por su bienestar… o por su alma.

No hubo nada que yo pudiera decir para persuadirlo de no ir directo a lo que podría ser una muerta segura, pero ¿Alguna vez escucha ese cachorro? Por supuesto que no.

-Bien, ayuda a la última patrulla para terminar de colocar las trampas en el sector dos. – Dije con cansancio. – Cuando terminen, uno de ustedes reporte mientras los demás pueden ir a descansar. Puede que mañana sea un día muy duro.

-Si, Alfa.

Milagrosamente habíamos podido evacuar a todos por aquí; eso me traía un poco de paz, pero no significaba que no estuviera al borde de un colapso nervioso. Desde los tiempos de mi abuelo que no teníamos una guerra entre manadas.

La última vez que había sucedido fue cuando se extinguió la décima manada: Lightmoon. Y en realidad aun nadie está seguro de por qué fue que se comenzó la guerra.

Papá decía que fue de hecho por una loba ambiciosa que engañó a su Alfa para hacerlo creer que las otras manadas querían un pedazo de su territorio. No era un mal territorio pero… ¿Cómo las manadas que se encontraban más alejadas sacarían provecho de unos pocos metros cuadrados? La repartición del botín sería una locura.

Bien, los Alfas hacen muchas locuras.

-Disculpe Alfa. ¿Debo traer ya la comida? – Dijo Justin entrando mientras yo terminaba de revisar documentos.

Una de las grandes capacidades de los Alfas era hacer cinco cosas a la vez, así que podía perderme en mis pensamientos y estar presente con el papeleo.

-Claro. ¿La has hecho tú mismo? – Pregunté curioso.

Que yo supiera, ninguno de mis tres Betas y diez guardias que se quedaron aquí sabían cocinar una m****a; pero quién sabe, tal vez a alguno le nació un repentino deseo de ser autosuficiente.

-No. El Alfa Bastian dejó a una loba atrás para que tuviéramos una comida decente hoy. – Dijo meneando las cejas. – Un buen Alfa.

Yo bufé.

-Guarda eso en tus pantalones. No vamos a hacer enojar a Bastian solo porque no puedes tener las manos quietas. Eso va para todos los demás.

-Pero… ¿Y si ella quiere? Es ardiente.

-Me importa un comino si ya te ha prometido veinte cachorros; al menos hasta que Bastian vuelva, no tocarán a nadie de su manada. Mucho menos a una loba que nos está haciendo el favor de alimentarnos. ¿Has entendido?

-Si, Alfa. – Dijo yéndose con la cola entre las piernas.

¿Por qué toleraba tales tonterías? Porque yo también fui joven y buscaba la menor oportunidad para escapar de mis obligaciones y encontrarme con Claudin.

Ah, mi hermosa loba de cabellos brillantes. Mi corazón aun se aceleraba al recordarla.

Ella era hija de un par de exiliados que pasaban por mi territorio; la conocí en una de mis carreras de perimetraje. Ella buscaba comida debajo de un tronco muerto y yo quedé flechado.

Tuvimos algunos encuentros salvajes de Luna llena después de eso; nunca quiso vivir en mi manada porque a ella le gustaba la libertad con la que había crecido y vivido toda su vida. No era mi verdadera pareja, ambos lo sabíamos, pero nos gustábamos lo suficiente como para hablar de planes en el futuro.

Lamentablemente un día cortó de tajo nuestra relación cuando encontró a su verdadera pareja y no volví a saber de ella.

Después de esa loba yo no busqué activamente a mi Luna; no es que no quisiera, sino que ser Alfa consume mucho tiempo. No era como si pudiera tomarme un año sabático para ir a recorrer ocho manadas, territorios humanos y perseguir nómadas.

Así que lo fui posponiendo hasta que me di cuenta de que ya era lo suficientemente viejo como para solo pasarle el cargo a alguno de mis Betas para dejar de preocuparme por el tema de los cachorros.

De hecho había pensado seriamente en que, si sobrevivíamos a la guerra, pasaría el comando Alfa a mi mejor Beta y yo me iría a buscar a mi Luna perdida. No por alguna tontería sobre buscar a mi alma gemela, sino porque me sentía culpable por haberla dejado sola todo este tiempo.

Quizá cuando la encontrara ya estaría felizmente emparejada con alguien más; no me molestaría, yo solo quería hacer lo correcto y decirle que no era mi intención que pasara tanto tiempo sin saber de mí.

-¿Dónde dejo la charola, Alfa? – Preguntó Justin regresando e interrumpiendo mis pensamientos.

-Déjala aquí. – Dije haciendo espacio en mi escritorio. - ¿Ya han comido ustedes?

-La loba nos ha preparado algo y nos dijo que podíamos ir por la comida en cuanto usted terminara. – Dijo colocando la bandeja con cuidado. – He mandado el mensaje a los guardias de patrulla para que vengan al comedor.

-Bien, muchas gracias.

La comida no era la gran cosa; simplemente un caldo con verduras en trozos grandes y algo parecido a carne de dudosa procedencia flotando. Bueno, aun así es mejor de lo que yo podría hacer solo, así que comencé a comer.

Estaba a punto de terminar cuando vi de reojo que una loba pasaba de largo por mi oficina. Quizá era la loba cocinera.

-Loba. – Dije en voz alta par ser escuchado. - ¿Vienes a llevarte el plato?

Ella se detuvo y giró lentamente en mi dirección. Me regaló una sonrisa dulce que por alguna razón me causó escalofríos; necesitaba descargar energía con una loba pronto.

-Por supuesto Alfa. ¿Ha terminado ya de comer? ¿Ha sido de su agrado?

-Si, muchas gracias. – Dije y me abstuve de decirle que tenía un sabor extraño. No quería herir sus sentimientos o provocarle un ataque de rabia.

Las lobas eran muy susceptibles a eso.

-Me retiraré entonces. – Dijo tomando con cuidado mi bandeja y saliendo de la habitación.

Volví a concentrarme en lo último de papeleo que tenía que hacer por el resto del día. No sé exactamente cuánto tiempo pasó cuando de repente mi móvil vibró con un mensaje entrante.

Miré curioso y mis cejas se elevaron al ver el nombre de Rose en la pantalla.

Leí rápidamente un mensaje urgente: “Alfa, necesito que venga a mi casa junto con todos los lobos que queden en la manada, hay algo que necesito que vea y no puede esperar.”

Pensaba que Rose se había ido junto con Bastian y mi Beta. Quizá había persuadido a la humana de quedarse por aquí y yo me alegraba por ello; ella era una buena mujer y no merecía morir en un plan tan arriesgado.

Tomé la decisión rápidamente de convocar a mis lobos y correr a casa de Rose.

Salí de la Casa de la Manada y me transformé en lobo para acto seguido aullar usando el comando Alfa. Solo tuve que esperar diez minutos para reunir a todos; entonces partimos en una carrera.

Tal vez era que no había estado durmiendo o comiendo muy bien en la última semana, porque después de dos o tres calles mi cuerpo comenzó a sentirse pesado. Me tomaría una siesta en cuanto pudiera.

La puerta de su casa estaba abierta así que apresuré a mis lobos para entrar. Me transformé y todos me siguieron.

-¿Rose? – Pregunté adentrándome en su sala de estar.

Caminé hacia la puerta de la cocina y no vi a nadie ahí tampoco. De hecho, la casa estaba silenciosa y el aroma de la humana no era reciente.

Regresé a la sala con el ceño fruncido solo para encontrar que mis lobos estaban en diferentes estados de debilidad; algunos estaban sobre sus rodillas jadeando y otros ya se encontraban directamente sobre el suelo.

Capítulo extra X. 1

Capítulo extra X. 2

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