Jeremías
—Le agradecería que dejara de ponerse ese perfume que lleva.
Gruño, sin dejar de mirar a la carretera, odio sentirme tan tentadoramente embriagado por su esencia. La mujer sentada a mi lado en el asiento del copiloto simplemente resopla. Miro por el retrovisor al niño enfurruñado en el asiento trasero y supongo que esto no va a ser tan fácil como esperaba, pero no puedo pretender correr sin antes caminar.
—¿De verdad llevará a los niños al parque de atracciones cuando termine su turno en el hospital hoy?
—Por supuesto, le hice una promesa — me responde sin mirarme — pero creo que usted está también incluido en ese plan señor Mark.
—No tengo tiempo hoy — soy sincero — necesito ir a algunos lugares hoy — miro a la avenida plegada de coche frente a los dos — el chofer irá por Lucas a la consulta cuando termine y después vendrá por usted a las seis, ¿Le parece bien?
—No, puedo tomar el autobús.
—Mire… Lizbeth, no puede ir hasta mi casa en autobús, no cuando un auto está esperando por usted — la miro rápidamente — ¿A las seis le parece bien?
—Si — ella mira por la ventanilla — oh, por favor deténgase aquí-
—¿Aquí?
Estaciono el auto junto a la acera y veo a mi esposa bajar del auto, la cuestiono mientras la observo soltar su cinturón de seguridad.
—¿Qué hace aún falta una cuadra para llegar al hospital?
—Señor, acordamos mantener esto en secreto, así que es bastante absurdo que legue con el jefe — me mira — además, no quiero cuchicheos sobre como la nueva pasante llego con el director en mi primer día.
—No creo que nadie preste tanta atención a quien baja o no de mi auto en el estacionamiento.
—Da igual, lo veré en unos minutos en el área de psicología.
Responde antes de salir completamente del coche, la observo abrir la puerta trasera rápidamente y besar la cabeza de Lucas con rapidez.
—Pórtate bien tesoro — le guiña — recuerda que estaré cerca en el hospital, ¿Ok?
Mi hijo asiente, La mujer que es mi esposa cierra la puerta y comienza a caminar con prisas hacia el hospital que se observa una cuadra más allá de donde estamos y chasqueo mi lengua cuando me doy cuenta de que me he quedado mirándola.
Prendo el auto con prisas, conduzco hacia el estacionamiento, pasando deliberadamente con prisas junto a Lizbeth e intento alegrar el humor de mi hijo cuando detengo el coche en mi sitio en el parking del hospital.
—Venga campeón, pórtate bien como le prometiste a Li… — me corrijo — mamá y recuerda que no puedes decirle a nadie que ella es mamá, ¿Vale?
—Papá, no quiero ir con ese señor — es lo único que dice — ¿Por favor?
Suspiro, salgo del auto para rodearlo y desato el cinturón de seguridad de Lucas antes de ponerlo de pie en el silencioso estacionamiento. Me acuclillo frente a él tratando de hablar con calma.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!