Para Santino no había sido nada fácil el salir tras ella aquella noche, pero realmente necesitaba saber si aún lo quería porque él si había de algo que estaba más que seguro era del amor que le sentía, del mismo que día a día estaba aprendiendo, pero que de todas formas dejaba que fluya dentro suyo.
Su silencio ante aquella última pregunta fue más que evidente y pudo comprender el motivo por el cual sus ojos lo miraban con tanto resentimiento y eso simplemente era ya no lo quería, porque definitivamente lo había olvidado y ante eso ya no podía hacer nada.
Se dio por vencido.
Luego de que llegara a su casa y se diera un baño, acomodó sus cosas en su lugar pero al tomar su saco de uno de sus bolsillos cae un papel y al recogerlo se lleva la sorpresa de reconocer en el un numero telefónico e inmediatamente recuerda de quién se trata.
“Llámame, cariño”
Por un momento se sentó a los pies de la cama y se quedó mirando aquel papelito y recordando a la dueña del mismo.
- Natasha - recordó su nombre de inmediato y con él su fisionomía. Es una mujer hermosa y aunque él no siente preferencias por algún tipo en especial, porque le gustan todo tipo de mujer, no se puede negar a un buen par de senos y unas bien redondas y abultadas nalgas como las de ella. Además, su resentimiento por haber sido rechazado por Abril lo dejaba en una posición en la que solo deseaba volver a ser el mismo desgraciado de siempre donde su única importancia es su propio placer en el sexo.
Se quedó un buen rato mirando aquel papel y pensando qué hacer. No tenía su habitación del deseo en Madrid, pero tenía lo suficiente dentro de dos valijas en un armario.
Se puso de pie y caminó hacia una de ellas, todavía no se había terminado de instalar, por lo que todos sus juguetes permanecían en su lugar.
La subió con ambas manos para colocarla sobre la cama y luego abrirla. Consoladores de todos los tamaños y entre ellos dobles consoladores, bolas vibradoras, fustas, sogas, antifaces, algo parecido a pilas que provocan descargas eléctricas si se colocan en la vagina, entre muchas cosas más. Hacía semanas había dejado de estar con mujeres y desde que la había visto a Abril el interés por otras se había disipado definitivamente por lo que en verdad, por un momento juró que todos esos juguetes no los volvería a utilizar si no era con ella, por lo que los tenía prácticamente a mano desde ese día en el juicio pero luego de ese encuentro en el club, le quedó más que claro que era tan grande su rencor que quizás era más probable que los utilice con muchas otras mujeres antes que con ella.
Sintió que no debía pensarlo más tiempo, por lo que solo tomó su teléfono y marcó cada número gravado en el papel. Tenía decidido, no la esperaría más.
Sonó un par de veces y cuando justo iba a desistir, Natasha atiende.
-“hola, ¿quién habla?”- dice la mujer al otro lado de la línea.
-Calle Este, 1344 7mo E – dijo y pudo escuchar una pequeña carcajada de parte de ella. Sabía de quién se trataba por lo que al colgar el teléfono no esperó un solo segundo en prepararse e ir hacía su domicilio.
Peinó su cabello con un rodete alto, dejando caer dos mechones delante, pinto sus labios de rojo furia y solo delineo sus ojos de negro. Se puso tan solo uno de sus vestidos rojos bien ajustados, de esos que apenas le cubrían los glúteos y se colocó un tapado que le llegaba hasta debajo de sus rodillas. Sus zapatos blancos con detalles en rojo hacían combinación con su vestimenta y su cartera blanca cerraba por completo el outfit escogido para aquella noche. No se molestó en ponerse ropa interior ya que sintió que no la necesitaba y que solo deseaba poder sentir su miembro enterrándose en ella una y otra vez.
Desde aquella noche en la que probó su sabor no había dejado de pensar en él y desearlo con toda la fe que una mujer como ella podía tener.
Mientras Santino se encontraba frente a la puerta de su apartamento, sentado en su sillón de cuero sintético negro tomando una medida de licor y pensando en que si debe mantener su promesa de no besar a nadie o andar todo al diablo e incluyendo a Abril, su recuerdo y el amor que le siente, pero de pronto tres timbres lo sacan de su ensoñación.
Toca una combinación de números en su teléfono y la puerta se abre instantáneamente dejándolo ver a aquella hermosa mujer dispuesta a darle el placer que necesita.
Natasha sonríe y cuando va a ingresar a la habitación, él sin siquiera moverse la detiene.
- ¡momento! – dice sin siquiera quitar la mirada de su vaso que esta en su mano derecha. - ¿te he dicho que puedes ingresar? – le pregunta recorriendo con la yema de su dedo el borde del vaso. Ella sonríe y enseguida le contesta que no, efectivamente no lo hizo. – perfecto. Si vas a ser mía comienza por aprender a obedecer mis órdenes. – dijo muy serio y de manera tajante. Ella soltó una pequeña carcajada pensando que solo se trataba de un juego, pero de verdad estaba hablando muy enserio.
Natasha no dijo nada y esperó a que él hiciera con su cuerpo lo que deseaba. No podía negar que se encontraba enfadado ante la manera despectiva en la que la trataba, pero toda ofensa se fue cuando él dejó a la vista su enorme polla frente a sus ojos y sintió recorrer un aire frío por todo el interior de su cuerpo que provoco que su cuerpo soltara algunos espasmos.
Sin darle la posibilidad de procesar aquello tan grande que había frente a sí, es que él tomó con una mano su mentón y presionó sus mejillas con la intención de que ésta abriese su boca. Con la mano libre, sujeto su cabeza para contralar sus movimientos y la profundidad de sus envestidas cuando este dentro de su cavidad vocal.
- Ahora vas a chuparlo. – le dice y mete su enorme polla hasta el fondo de su garganta. - ¡OHH, SANTO CIELO! – gritó al sentir como la punta de su gran pene chocaba con la pared de su garganta. Ella se ahoga por un momento, pero él realiza un movimiento hacía atrás hasta liberarle la boca. Antes que cualquier cosa debe preguntarle algo. - ¿quieres ser follada? – pregunta de golpe tomándola por sorpresa. Ella asiente, ¡que otra cosa puede desear más que ser suya! – no comprendes. – le dice, no era eso a lo que se refería, sino a su acuerdo. – te ofrezco ser mi esclava a cambio de lo que desees. – dijo y ella se quedó pensando. – piénsalo bien, de lo contrario no puedo volver a tocarte.
Para ella él parecía ser una especie de “Santa Claus” pero sin la bolsa y en cuanto al regalo que le ofrecía, a Nathy, solo le interesaba poder acostarse con él, disfrutar de su enorme polla moverse dentro suyo por lo que no quería pensarlo mucho, pero Santino debía advertirle de cada una de las cláusulas, sobre todo aquellas tres importantes.
- Sí, quiero. – dijo y él no volvió a preguntar.
- Hay tres cosas que no debes olvidar. Punto numero uno, nadie debe saberlo a menos que yo lo autorice. Punto numero dos, no puedes enamorarte, no me interesa ningún tipo de relación afectiva, por lo que, si lo haces, inmediatamente pasaras a ser una mujer corriente entre tantas que dejan de interesarme o simplemente que no me importan y punto numero tres, no puedes estar con nadie que yo no lo ordene ¿entendiste? – le pregunta serio mientras se esta masturbando. Ella asiente. – no te oigo.
- Sí, comprendo y lo acepto. – concluye mirándolo fijamente a los ojos.
- Perfecto. Te follare hoy para darte la bienvenida, mañana firmaras un acuerdo de todo lo que tienes que hacer para mí, un contrato que durara tan solo un mes. – no le da tiempo de contestar, de nuevo, y como ya le dio el “sí” es que le toma la cabeza con ambas manos y ubica su glande en medio de la unión de sus labios. – toma aire, porque tendrás un buen tiempo mi polla en tu garganta. – y luego de que ella inhalara una gran cantidad de aire, él realiza un movimiento hacia delante enterrándose en ella hasta que su labio inferior beso sus testículos.

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