PRISIONERA DEL CRUEL REY ALFA DEL NORTE romance Capítulo 3

Helena apoyó la frente sobre las rodillas dobladas y las rodeó con los brazos. Había sido tirada en una celda fría y oscura apenas había llegado al reinó de Manada del bosque Norte.

¡Habían sido tres días allí! Con frío, hambre y miedo. La única fuente de luz en la habitación era un único rayo de sol que se asomaba desde un pequeño agujero de la pared.

Nació en una de las manadas más prospera del esté y era hija única de sus padres. Ella era la futura Alfa de la manada de su padre. Ella era adorada en su manada. Nadie se atrevió a mirarla a los ojos porque sabían que un acto tan irrespetuoso siempre conllevaba graves consecuencias. Al crecer, tuvo numerosos sirvientes a su servicio que la ayudaban en casi todo.

¡Ella era el orgullo de sus padres! Siempre la habían tratado como la princesa que era, pero en un abrir y cerrar de ojos, todo había cambiado.

¡Su prometido a quien le juró amor eterno la traicionó!

El rey Alfa de Alfas había irrumpido en su manada llevando el caos y acusó a sus padres de un crimen atroz. Un crimen del que eran inocentes y la habían tomado como prisionera a pesar de que ella era su compañera.

Había llorado por el asunto hasta el punto de que sus glándulas lagrimales se agotaron y ya no podía producir lágrimas. Le dolía la cabeza y el vestido que llevaba no la mantenía abrigada de ninguna manera.

Estaba temblando de miedo y de frío y sabía que caería enferma si no la sacaban de allí en los próximos minutos.

El sonido de pasos pesados y el tintineo de llaves la sacaron de sus pensamientos y levantó la cabeza para mirar hacia la puerta. Los pasos se detuvieron y pudo escuchar un clic.

La persona que abrió la puerta entró en la celda.

Helena no tuvo que levantar la cabeza para ver quién le había abierto la puerta, el aroma de pino y a bosque húmedo, golpeo a su loba Kiara haciéndola enloquecer de felicidad.

Dominada por la emoción de su loba Helena levanto la cabeza. Escalofríos recorrió en cada vibra de su cuerpo mientras lo veía caminar hacia ella con un eterno ceño enmascarado en su rostro. Cuando estuvo cerca, se inclinó frente a ella, mirándola profundamente a los ojos como si estuviera a punto de descubrir su secreto más profundo y oscuro.

Podía ver odio y rabia en sus ojos.

No había ni un ápice de calidez en ellos mientras él la miraba y ella no necesitaba que le dijeran que el hombre detestaba toda su existencia a pesar de que eran compañeros.

Sin decir una palabra, estiró su mano hacia adelante como lo había hecho en el castillo de su padre, pero esta vez, no la agarró de la barbilla, sino que agarró su cabello completamente despeinado y tiró de su cabeza para que ella lo mirara a la cara.

Helena gimió de dolor, pero no se atrevió a decir algo que provocara que su opresor le hiciera cosas peores. Se formaron lágrimas que se derramaron de sus ojos. Sus nervios extendieron el dolor que provenía del poderoso agarre por todo su cuerpo.

¡DOLIA JODIDAMENTE!

—Por favor —ella susurró la palabra sin siquiera darse cuenta—. Me estas lastimando —aulló.

El rey apretó más su cabello, haciéndola llorar en voz alta. —Dilo una vez más y me aseguraré de arrancarte mechón por mechón de cabello —su voz llena de rabia.

Miró a su hermosa compañera y tragó secamente cuando un sentimiento de arrepentimiento lo invadió. Su aroma estaba invadiendo su mente y volviendo loco a su lobo, su belleza lo dejaba sin aliento, pero no quería ceder ante ninguna de esas cosas.

El infierno 1

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