He quedado con Gabriela en un parque que hay cerca de mi casa, tengo muchas ganas de verla, todavía no le he dicho a mi padre que somos novios pero creo que mis padres han discutidos y no quiero que haya más problemas, cuando la situación entre ellos se calme se lo diré.
Todo está muy tranquilo cuando llego, solo se vé algunos niños correteando y otros mayores charlando, me siento ansioso, he llegado un poco pronto pero no me importa.
Unos minutos después…
-Jhon- oigo mi nombre a lo lejos, me giro y la veo, viene con un vestido rojo y unas botas marrones, está preciosa como siempre.
-Hola linda- le digo y me acerco hasta ella, le doy un suave beso en los labios, cuando me separo esta sonrojada.
-Hola- me contesta tímida con una sonrisa en su rostro.
Juntos nos sentamos en un banco que está más alejado de la gente.
-Jhon, tengo que preguntarte algo- me dice nerviosa, frunzo el ceño.
-¿qué es?-pregunto.
-bueno, quisiera saber si le has dicho a tus padres que somos… novios- casi le cuesta decir la última palabra.
-solo lo sabe mi madre- suspiro- no se lo he dicho a mi padre porque creo que ellos están peleados por algo y no quiero dar más problemas pero te prometo que en cuanto arreglen su problema se lo digo- ella se muerde el labio.
-yo, se lo he dicho a mi padre y él nos apoya- sabía que su padre molaba.
-no te preocupes mi madre también me apoya… el problema será mi padre, ya sabes que no soporta a los… lobos- le digo y ella asiente con la cabeza.
-tu madre es muy linda, espero llevarme bien con ella- me dice.
-claro que sí… oye porque no vamos a tomar algo- le digo y ella se levanta, le agarro la mano y juntos caminamos hasta un bar.
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Me despierto y noto la ausencia de Carlos un día más, ya llevo varios días sin dormir con él y lo echo de menos, sobre todo su calor, esos brazos que me envolvían cuando tenía pesadillas. Me levanto y salgo de mi antigua habitación, es raro estar de nuevo en esta casa pero a la vez la añoraba.
Bajo las escaleras y voy hacia la cocina.
-Hola Lucio, ¿Cómo has estado?- le pregunto, hacía tiempo que no lo veía y la verdad es un fiel amigo.
-Hola señorita, he estado bien, gracias por preguntar- me contesta.
-me alegro, y gracias a ti por cuidarme tan bien y por cuidar a mi hermano y su familia- le digo, él asiente con la cabeza y se retira de la cocina.
Después de desayunar y beber varias bolsas de sangre salgo al jardín, este sitio me trae tantos recuerdos de mi infancia. De repente oigo una risa de niño, me giro a ver y veo a Evans.
-Ey, ven aquí- le digo pero niega con la cabeza.
-porque no vienes… ¿acaso no sabes quién soy?- le pregunto.
-claro que sé quién eres, solo bromeaba, estoy aburrido- me dice y río.
-pues hazme compañía- le digo y se sienta a mi lado.
-¿dónde está Jhon?- le pregunto y él pone mala cara.
-salió a ver a su nueva novia- dice enfadado.
-¿porque te enfadas?... ¿es porque te gusta la novia de Jhon?- tiene que ser eso porque su rostro ha cambiado.
-sí pero él me la quito, antes yo era más grande que él y tenía ventaja pero ya no puedo hacer nada, ellos tienen casi la misma edad y yo soy demasiado pequeño- me dice agachando su cabeza.
-lo siento…no debí hacerte esa pregunta pero escúchame Jhon no te ha quitado nada porque nadie es de nadie, sí que es verdad que eres pequeño para ella pero algún día llegará alguien especial ya verás-pareció comprenderlo y me alegra.
No me gustaría que se llevaran mal entre ellos por una chica, ellos son como hermanos y así debe ser siempre.
Luego de estar un rato más con Evans entre a la casa para ver a mi cuñada.
-Rose… ¿has visto a mi hijo?- me pregunta mi hermano sorprendiéndome.
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